lunes, 22 de junio de 2020

EDITORIAL

El Día del Padre es una celebración tradicional dentro de la familia, ampliamente difundida a nivel global. La fecha varía de acuerdo a las costumbres y tradiciones de cada país. En América, se celebra el tercer domingo de junio, este año será el día 21 de junio. Lamentablemente dentro del confinamiento por la pandemia.

El término paternidad, se refiere a la relación de un adulto con una persona menor de edad, bien sea, como procreador biológico, como adoptante o como tutor legal. El ejercicio de la paternidad, es el acto de atender las necesidades diarias de los hijos y su educación, de acuerdo con las normas y expectativas establecidas. En las sociedades patriarcales modernas, ha predominado el modelo en el que el cuidado, crianza y educación de la descendencia recae en la madre, en tanto que el padre es considerado la cabeza de la familia, así como responsable de los hijos en términos económicos y legales, de igual manera se le asigna el rol de proveedor de la familia y detentador de la autoridad al interior de la misma.

La paternidad por tanto, es una construcción sociocultural que tiene un referente de tipo biológico, asociado a los procesos de construcción de la masculinidad. Tradicionalmente se asocia la figura simbólica del padre como figura de autoridad, de respeto, es el que impone la Ley en el seno familiar el que sabe, el que protege, el que cuida, el que brinda seguridad por su mayor fortaleza. Además, es el que sirve de modelo a los hijos para el ejercicio posterior de su paternidad. Por todo ello, la función paterna va más allá de lo psico-afectivo. 
En la actualidad, debido al ingreso creciente de las mujeres al mercado laboral, se observan cambios en los roles, así como en los modelos de maternidad y paternidad. Se observan tendencias donde en la familia se ha sustituido la paternidad tradicional con abuelos o tíos. Muchas familias actualmente ya no cuentan con la figura paterna.

Según el Censo de Población y Vivienda 2010 (del 2020 aún no hay resultados), en México el padre está ausente en cuatro de cada 10 hogares y, en total, en 11.4 millones de hogares falta el padre. A su vez, una encuesta indica que el 53 por ciento de los mexicanos considera que su padre estuvo ausente en su niñez por motivos laborales. 

La cifra de padres ausentes en las familias mexicanas ha ido modificándose. En 1995, carecía de este integrante de la familia el 31 por ciento de los hogares; para 2008, el porcentaje aumentó a 41.5 por ciento. Para 2017 esta cifra se calculó cercana al 47 por ciento. Para este 2020 desde luego que ha ido en aumento.

Como sea, el padre es fundamental en el desarrollo de la personalidad y la integración familiar. Donde existe esta figura hay que reconocerlo y felicitarlo. Si ya no está presente, recordarlo con cariño, y si no, reconocimiento a quien ha desempañado ese papel en ausencia. 


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