2 de octubre 1968
En
julio de 1968 durante el gobierno del presidente Gustavo Díaz Ordaz, se
iniciaron una serie manifestaciones y marchas estudiantiles en la Ciudad de
México que criticaban el autoritarismo del gobierno, apoyaban las protestas en
el mundo, pedían se respetara la autonomía universitaria y exigían la libertad
de los presos políticos. A los estudiantes de la UNAM se unieron los del
Instituto Politécnico Nacional y todos los centros educativos de la Ciudad de
México; después asociaciones de maestros y sindicatos hasta convertirse en un
gran movimiento social.
Con
representantes de todos ellos se formó el Consejo Nacional de Huelga que a
mediados de septiembre empezó a sufrir una severa represión con la entrada del
ejército a la Ciudad Universitaria. En ese momento se calcula que había una
docena de muertos y alrededor de 100 detenidos o desaparecidos.
El
2 de octubre de ese año se convocó a una manifestación en la Plaza de las Tres
culturas en Tlatelolco. El movimiento estaba ya declinando con muchos de sus
líderes encarcelados pero el ambiente social estaba muy tenso a 10 días de
iniciarse los juegos olímpicos. Unos minutos después de iniciada la
manifestación, con los líderes que quedaban libres y un orador en el tercer
piso del Edificio Chihuahua, un helicóptero del ejército mexicano lanza unas
bengalas sobre la multitud. Con esta señal, militares, paramilitares y
francotiradores abren fuego contra los 5000 manifestantes, estudiantes en su
mayoría. El número de muertos es desconocido hasta la fecha, pero se sitúa
entre 300 y 500, con más 2000 detenidos. Este fue el fin de movimiento
estudiantil, los Juegos Olímpicos se celebraron 10 días después en la Ciudad de
México sin incidentes.
En
su 5º. Informe de gobierno en 1969, 11 meses después, el presidente Gustavo
Díaz Ordaz dijo “Asumo íntegramente la responsabilidad personal, ética, social,
jurídica, política e histórica por las decisiones del gobierno en relación con
los sucesos del año pasado”. Él consideraba que había cumplido con su deber al
“salvar a México del comunismo”, cuya implantación jamás fue uno de los
objetivos del movimiento estudiantil.
A 49 años del suceso,
sigue siendo un tema difícil para muchos, para algunos representa el
autoritarismo total y para otros la representa el poder para mantener un país
en orden; también se ha vuelto bandera para muchos actos de vandalismo sin
sentido que no tienen nada que ver con los movimientos originales, sin duda
alguna, es un suceso que cambio la historia de México y como todas las lecciones
de historia de nuestro país debemos
aprender de ellas lo mejor y no condenarnos a repetirlas.
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