lunes, 2 de octubre de 2017

DESDE EL AULA


De lunas y preludios.-

Llega octubre, inexorable. Llega quieto y suave como la caída de las hojas en otoño. En silencio llena el ambiente de paisajes de olores y sabores… de nostalgias. Llega como adelanto de la inevitable caducidad del año. Sin prisas, tan solo esperó la llegada del segundo equinoccio, con el otoño, profundamente empático con los cabellos canos y ralos, con los que ven hacia atrás más largo que el porvenir, de los que sacan “juventud de su pasado”, de los que se estremecen mientras dilatan sus pupilas y anudan la garganta cuando alguien recita: “Juventud, divino tesoro/ ¡ya vas para no volver!/ Cuando quiero llorar no lloro/ y a veces lloro sin querer”. Verdad expresada en la sensibilidad inagotable del gran Rubén Darío.


Apenas llega octubre y luego luego su “dos”, el que no se olvida. El de la ignominia, el de la pretensión inútil de acallar las voces juveniles, el de la brutalidad emanada de un gobierno caduco, autoritario y soberbio. El dos que marcó al país con el mismo dramatismo, claro, guardadas las proporciones, que la tragedia de los normalistas de Ayotzinapa marcó a un gobierno. El dos, que partió la historia nacional en un antes y un después y trazó la ruta sin retorno a la alternancia que se dio en el recuento de votos, mas no en el cambio de modelo ni en formas diferentes de ejercicios de poder y que provocó un enorme desencanto.

Llega octubre para regalarnos a la vista una luna inmensa y luminosa que se funde y se confunde con el día. Gracia que protege a los animales del campo de los cazadores nocturnos. Luna hermosa, inspiración de poetas, deleite de los enamorados, regalo para los insomnes, quietud no de dos, de las almas, no que han querido, que quieren ser felices, al influjo de la dialéctica del amor, que no al arrullo de la juventud que nunca es eterna, sino más bien efímera y fugaz.


Octubre deja oír un pregón maravilloso y conmovedor en pos de la paz y la hermandad de las naciones para recordarnos que, pese a todo, la política sigue siendo el medio más eficaz para la solución inteligente de los conflictos en el orbe y para dar actualidad de la máxima juarista de que “Entre los individuos como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”; para que no olvidemos el valor de la humildad ni la verdad de la igualdad en lo esencial, expresada hasta lo sublime en la voz y pensamiento profundo, transparente, libre, pero ejemplarmente fraterno de la Albert Einstein, cuando a pregunta expresa de que a qué raza pertenece, contesta natural: a la raza humana.

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