Cerca
del Cielo.
Por:
JoséRamón Flores Viveros.
El
gambetero diabólico.
No tomes demasiado en
serio la vida; al fin y al cabo no saldrás vivo de ella.
Les Luthiers.
Con
el permiso, tolerancia y paciencia de quienes generosamente me permiten plasmar
este intento fallido de columna, que se supone es en relación al montañismo,
hoy en lo que es un verdadero abuso, les deseo compartir, que en mis años de
juventud, practique y fui fanático del futbol, aparte del jaibol.
Me
encantaba tratar de imitar las piruetas de Hugo Sánchez, recuerdo mucho que me
encantaba azotarme en los sillones de la sala de mi casa, practicando con
pelotas de plástico, el espacio era incomodo, pero eso no me importaba, ni me detenía,
ni los regaños de mi mama. Fanático
enfermo de Cruz Azul, tricampeón de principios de los 70s, de la maquina
celeste como lo bautizó el legendario comentarista deportivo, Don Ángel Fernández.
Cursaba
la preparatoria, cuando nos fuimos con algunos compañeros al puerto, al partido
de Veracruz-Cruz Azul, no recuerdo cómo demonios le hicimos pero el caso fue
que nos “colamos” al Hotel Emporio, donde se encontraba alojado el plantel cementero.
Había mucho movimiento en los pasillos del
lujoso hotel, ya casi salían los jugadores rumbo al estadio “Pirata Fuente”.
No lo podía creer ver en persona, poder tocar a Miguel “Gato” Marín, Marco
Antonio Ramírez, Javier Sánchez Galindo, Javier “ Kaliman” Guzmán, Toño Munguía,
Orlando Vándala -de Xalapa-, Alberto Quintano, Alberto “Hijitus” Gomez,
Chucho Prado, también Horacio López Salgado, Juan Manuel Alejandrez, Juan Manuel Medina, Antonio
“Pelón” Gutiérrez, Cesáreo Victorino, Raúl Basurto y Apolinar Jiménez. Raúl “El
Güero” Cárdenas, era el técnico de este equipo de ensueño, y un tipazo de
verdad, platicamos con él, quien amablemente nos dio la alineación con la que saltarían a la canchaaquella tarde. La
mayoría de ellos muchachos sanos, muy amables y sencillos, Cesáreo Victorino un
testimonio de humildad y educación.
Algo
que me llamo mucho la atención y no se me olvida, cuando me dieron su autógrafo
Quintano y Javier Guzmán, los agarramos en el restaurant del hotel, acompañados
de unas chicas preciosas, estaban platicando amenamente, y tomando algo, pero
también estaban fumando, esto me llamo mucho la atención.
Pero
lo que jamás voy a olvidar fue cuando identifique a quien hasta el día de hoy
sigue siendo mi máximo ídolo deportivo. Estaba platicando con Antonio Gutiérrez,
ya listo con su maleta deportiva colgada en el hombro, fui donde se
encontraban, ambos me firmaron la fotografía de la Maquina, me quede parado
junto a ellos, quienes siguieron conversando, estaba en estado de shock,
escuche con verdadera devoción lo que le
decía a su compañero -estaba corriendo un norte feroz en el puerto desde el día
anterior- “Toño no pude casi dormir , el aire estuvo golpeando las ventanas
toda la noche, y el ruido no me dejó dormir”, no dejé de observarlo, su corte de
pelo “a la Napoleón”, de moda en esos años, de corta estatura y hombros caídos,
y su carisma de verdadero crack, incluso, por él, utilicé hasta hace pocos años
ese mismo estilo de corte. Quise decirle
que era mi ídolo, que lo veneraba, sin embargo la boca se me seco, la garganta
se me cerro totalmente, la respiración la tenía tan agitada que no pude
articular palabra alguna.
Pero
ahí estaba frente a mí, sencillo, humilde sin falsas poses, como deben ser los
ídolos Fernando Bustos Castañeda “El gambetero diabólico”, y fiel a la extraña
maldición que pesa sobre las figuras emblemáticas del mundo artístico,
deportivo, social y cultural murió de manera trágica, en un accidente de
carretera el 23 de septiembre de 1979, tenía apenas 33 años de edad, se había
retirado escasos meses antes, jugando contra las chivas de Guadalajara. Sus
apodos, “El Chapulín”, “El gambetero diabólico” y también “El chamuco”.
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