lunes, 2 de octubre de 2017

Cerca del Cielo.

Por: JoséRamón Flores Viveros.

El gambetero diabólico.
 
No tomes demasiado en serio la vida; al fin y al cabo no saldrás vivo de ella.
                         Les Luthiers.

Con el permiso, tolerancia y paciencia de quienes generosamente me permiten plasmar este intento fallido de columna, que se supone es en relación al montañismo, hoy en lo que es un verdadero abuso, les deseo compartir, que en mis años de juventud, practique y fui fanático del futbol, aparte del jaibol.


Me encantaba tratar de imitar las piruetas de Hugo Sánchez, recuerdo mucho que me encantaba azotarme en los sillones de la sala de mi casa, practicando con pelotas de plástico, el espacio era incomodo, pero eso no me importaba, ni me detenía, ni los regaños de mi mama. Fanático  enfermo de Cruz Azul, tricampeón de principios de los 70s, de la maquina celeste como lo bautizó el legendario comentarista deportivo, Don Ángel Fernández.

Cursaba la preparatoria, cuando nos fuimos con algunos compañeros al puerto, al partido de Veracruz-Cruz Azul, no recuerdo cómo demonios le hicimos pero el caso fue que nos “colamos” al Hotel Emporio, donde se encontraba alojado el plantel cementero. Había mucho movimiento en los pasillos del  lujoso hotel, ya casi salían los jugadores rumbo al estadio “Pirata Fuente”. No lo podía creer ver en persona, poder tocar a Miguel “Gato” Marín, Marco Antonio Ramírez, Javier Sánchez Galindo, Javier “ Kaliman” Guzmán, Toño Munguía,  Orlando Vándala -de Xalapa-,  Alberto Quintano, Alberto “Hijitus” Gomez, Chucho Prado, también Horacio López Salgado, Juan Manuel  Alejandrez, Juan Manuel Medina, Antonio “Pelón” Gutiérrez, Cesáreo Victorino, Raúl Basurto y Apolinar Jiménez. Raúl “El Güero” Cárdenas, era el técnico de este equipo de ensueño, y un tipazo de verdad, platicamos con él, quien amablemente nos dio la alineación con  la que saltarían a la canchaaquella tarde. La mayoría de ellos muchachos sanos, muy amables y sencillos, Cesáreo Victorino un testimonio de humildad y educación.

Algo que me llamo mucho la atención y no se me olvida, cuando me dieron su autógrafo Quintano y Javier Guzmán, los agarramos en el restaurant del hotel, acompañados de unas chicas preciosas, estaban platicando amenamente, y tomando algo, pero también estaban fumando, esto me llamo mucho la atención.

Pero lo que jamás voy a olvidar fue cuando identifique a quien hasta el día de hoy sigue siendo mi máximo ídolo deportivo. Estaba platicando con Antonio Gutiérrez, ya listo con su maleta deportiva colgada en el hombro, fui donde se encontraban, ambos me firmaron la fotografía de la Maquina, me quede parado junto a ellos, quienes siguieron conversando, estaba en estado de shock, escuche con verdadera devoción lo que  le decía a su compañero -estaba corriendo un norte feroz en el puerto desde el día anterior- “Toño no pude casi dormir , el aire estuvo golpeando las ventanas toda la noche, y el ruido no me dejó dormir”, no dejé de observarlo, su corte de pelo “a la Napoleón”, de moda en esos años, de corta estatura y hombros caídos, y su carisma de verdadero crack, incluso, por él, utilicé hasta hace pocos años  ese mismo estilo de corte. Quise decirle que era mi ídolo, que lo veneraba, sin embargo la boca se me seco, la garganta se me cerro totalmente, la respiración la tenía tan agitada que no pude articular palabra alguna.


Pero ahí estaba frente a mí, sencillo, humilde sin falsas poses, como deben ser los ídolos Fernando Bustos Castañeda  “El  gambetero diabólico”, y fiel a la extraña maldición que pesa sobre las figuras emblemáticas del mundo artístico, deportivo, social y cultural murió de manera trágica, en un accidente de carretera el 23 de septiembre de 1979, tenía apenas 33 años de edad, se había retirado escasos meses antes, jugando contra las chivas de Guadalajara. Sus apodos, “El Chapulín”, “El gambetero diabólico” y también “El chamuco”.

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