lunes, 2 de octubre de 2017

DESDE LA FINCA

El otoño de San Jerónimo.- Con la entrada del otoño el clima empieza a cambiar por lo que los vientos son más fuertes y el aire más frio. “Ya huele a Todos Santos, a tamales”, se escucha en el cafetal, mientras que los cortadores ya han empezado con la primera pepena. Es sábado y nomás trabajan medio día. Es día de raya. Esperan el fin del jornal para irse a seguir festejando al santo patrono, San Jerónimo, por el cual desde hace una semana hay bullicio y jelengue allá por la zona de los carriles. “Te vas con nosotros abuelo, para seguir la fiesta”. El viejo cortador, ilustrado por el paso de los años, meneando la cabeza en señal de negación comenta: “Ya no es como era antes; ahora se debería de llamar la fiesta del arpa del monge, porque eso fue todo lo que al ayuntamiento se le ocurrió, bueno, a la que ordena siempre, porque ha estado más simple que los frijoles sin sal. La inauguración no tuvo ni chiste, ni discursos hubo y nada de gente solo los empleados del DIF y familiares de los músicos.
Y todavía se les ocurre llamarle festival internacional, cuando, han tenido que suspender eventos porque la gente no va, pues no hicieron la promoción debida, se lo sacaron de la bolsa favoreciendo al mismo de siempre, y o´ra, le quieren echar la culpa a los directores por pazguatos, cuando ni los pelan para decidir, pero los responsabilizan de los inminentes fracasos. No cabe duda que estamos pior. La fiesta de San Jernónimo es muy lucida, pro no por lo que organiza el ayuntamiento, sino por los feligreses que con mucho respeto y devoción acuden a venerar al Santo patrono, y claro que cualquier evento que hagan en el atrio se les va a llenar, pero de que el ayuntamiento brilló por su ausencia, como siempre, eso que ni qué”. Desanimados por esa verdad convertida en reproche, los jóvenes cortadores que desde el viernes anterior ya habían recorrido todos los arcos, ayudando a amarrar la flor y de paso a botanear y a echar guachicol, que invariablemente la gente les acerca a los entusiastas artesanos, con ambiente de barrio, cordial y bullanguero, ahí donde está la verdadera fiesta del pueblo, donde desde hace muchos años el fervor se convierte en festejo, donde niños y familias enteras se olvidan de la crisis y participan activamente; mejor decidieron que se irán a San Miguel el Soldado, mejor conocido como Rafael Lucio. Allá, el ayuntamiento realmente se interesa por hacer lucir su fiesta, organiza carreras de caballos, jaripeo, baile, teatro del pueblo y en todos lados te invitan a comer. Aquí ni el alcalde ni ediles han asistido ni a los conciertos. Ah… y otra cosa: hace unos días que otros compas fueron al centro de Coatepec en la camionetita vieja del Jacinto, fueron a comprar forraje, ni se tardaron en entrar al establecimiento, pero cuando salieron la carcacha ya no estaba, se las robaron; fueron a dar parte a la fiscalía y ahí se enteraron que ese mimos día se habían robado seis vehículos más. O sea que los robos de carros en Coatepec están a la orden del día. Pa’ acabarla de amolar…

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