lunes, 2 de octubre de 2017

Editorial

Sin duda una de las experiencias más gratificantes es dar de lo propio, la de ser compartido. En lo más íntimo queda una sensación de paz y se adquiere un sentido de transcendencia al sentirse útil. La generosidad se materializa en el momento de donar a quien lo necesita, es un acto de amor, sí también de solidaridad, de bondad, pero fundamentalmente es un acto de libertad, pues de no ser así, si se obedece a una instrucción, consigna o se responde a presiones ajenas, se convierte en un acto de extorsión que va contra la voluntad propia. Dar, solo tiene sentido si se comparte lo propio, porque hay quienes, ostentosamente, buscan lucirse y quedar bien con lo que no es suyo, esta práctica es muy común entre la clase política, aunque no es privativa de ella. Hay quienes dan de lo que les sobra, está bien, tiene su mérito. También hay quien comparte de lo poco que tiene y necesita para sí, es de mayor reconocimiento. Recordemos un pasaje maravilloso contenido en el, para muchos libro de la humanidad, que refiere a una anciana que con humildad y discreción ofrece una moneda de escaso valor a la par que un farsante escandalosamente arroja varias monedas criticando lo modesto de la donación de la anciana, a lo que el dueño de la verdad, acota: “ Es cierto lo que les digo, esta humilde anciana ha dado más que le hombre de la ostentación, porque éste dona lo que le sobra, mientras aquella ha dado lo único que tenía”. En el mismo libro se recomienda discreción en la acción de dar: “Lo que tu mano derecha dé, que no lo sepa tu mano izquierda”, dice.


En esta línea de pensamiento se configura un marco para la reflexión sobre la actitud del pueblo mexicano frente a los embates de la naturaleza, un gran espíritu solidario, generosidad a toda prueba, entereza y decisión, es lo que ha demostrado de manera heroica sin reflectores, sin esperar nada a cambio tan solo por el goce íntimo de la satisfacción de ayudar. Pero también vale la reflexión sobre la actitud de los partidos políticos que de súbito se manifiestan en una, “generosidad” inusual, que genera suspicacia y sospecha, cuando se dicen dispuesto a donar, ante las desgracias que sufre el país por los fenómenos naturales, y luego de la presión social, el 100% del financiamiento público que recibe, con lo cual, lejos de reivindicarse ante la sociedad, abonan a su propio desprestigio, porque amen de los daños colaterales que tal acción inevitablemente ocasionaría en la especie, se trata de un acto de populismo político, mas no de generosidad. Es demagogia pura, ofende a la inteligencia más elemental la rebatinga por el pastel electoral, por congraciarse frente a una ciudadanía escéptica, frente a un pueblo lastimado.

A confesión de parte, relevo de pruebas. Queda demostrado entonces que los partido políticos pueden operar con menor financiamiento público, pero de eso a renunciar al mismo en su totalidad, significa ubicarse en el otro extremo delicado también y que puede traer consecuencias nada deseables, aunque existe la percepción de que los partidos, sobre todo los del doble discurso y la doble moral, encontrarán excusa para no cumplir con lo ofrecido, es su costumbre, no nos sorprende, ya se ve, ayer muy decididos y hoy, cuando les agarran la palabra, poniendo como condición previa la realización de foros, en fin, nadie puede estar en contra de la solidaridad para con los compatriotas damnificados, lo que no se vale es la mentira, la demagogia y la simulación, mucho menos, hacer caravana con sombreo ajeno. 

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