lunes, 16 de octubre de 2017

El más grande hombre de ciencia
Por Sergio Jimarez
Un gran científico está formado por mucho compromiso, conocimiento, curiosidad y determinación; existen personas que nacen con la facilidad para el estudio, otras a las que encuentran en el trabajo su pasión. En la búsqueda de la verdad, la investigación ha estado a cargo de grandes científicos, personas ilustres con tanto qué mostrar y regalar al mundo; pero al final, todos estos personajes son humanos, tan complejos y perfectibles humanos, con sus manías, defectos y todas las características inherentes a la simpleza y sencillez del homo sapiens.

Entendemos que un descubrimiento en física es el producto de un trabajo intenso, números, diagramas y aparatos a cargo de un individuo que ha dedicado, por lo menos, tiempo buscando algo que encontrar; pensaríamos que la vida del físico está detrás de una pizarra con ecuaciones y que los libros son una extensión de su cuerpo, los cuales no puede apartar de él. Y sí, la física, química, matemáticas, cualquier ciencia debe ser estudio tras estudio y mucho aprendizaje pero no sólo en una escuela se aprende, no sólo los libros enseñan, tal vez el mayor porcentaje de lo que forma un físico es su propia determinación.
En el siglo XVII nació uno de los científicos más influyentes en la física, sus contribuciones sentaron bases trascendentes en el desarrollo de la ciencia y que sirvieron de referentes a varios de los descubrimientos más importantes de la física. Sus estudios estuvieron enfocados en la electricidad, materia de la cual surgieron hallazgos como la inducción electromagnética, diamagnetismo y la electrólisis. Fue, sin duda, el más grande experimentador de la física porque sus estudios formales fueron escasos y sus habilidades matemáticas alcanzaban sólo conceptos básicos pero nunca tuvo límites. Se podría decir que era el amigo de la física, se llevaba tan bien con ella que la entendía de una manera tan sencilla y clara que se notaba en su manera de transmitir su conocimiento; la misma sencillez que también demostró en su persona.
“Honor a quien honor merece”, tal vez la manera más directa de expresar esta idea hacia este físico es sabiendo que su retrato se encontraba en el estudio de Albert Einstein, al lado de Newton y Maxwell. También Ernest Rutherford lo consideró el más grande de los científicos de todos los tiempos. La denominación de unidad de la capacidad eléctrica fue hecha en su honor así como el nombre de un cráter lunar desde 1935.
Independientemente de toda su labor científica se le debe reconocer sus esfuerzos por facilitar el saber a los jóvenes cuya educación no era favorecida, tomando en cuenta las circunstancias de su época organizó lo que se llamó: “Conferencias de Navidad”, proyecto que inició en 1825 y de las cuales se presentaron diecinueve series. Partidario del trabajo y el gusto por el saber, desde los catorce años llevó a cabo seis principios que le acompañaron toda su vida, estos son:

1.   1 Tomar notas en cualquier momento
2.  2  Mantener abundante correspondencia
3.   3 Intercambiar ideas con los colegas
4.  4  Evitar controversias
5.   5 Verificar todo lo que se dice
6.   6 No generalizar precipitadamente, hablar y escribir de la forma más precisa posible 

Serviría de mucho que estos principios estuvieran como prólogo del método científico y en la portada de todos los libros de ciencia; que nos haga entender que los descubrimientos son el producto de una mente inquieta, de la incesante curiosidad y de bastante motivación.
Michael Faraday, uno de los grandes, uno de los mayores genios porque cuando le faltaron los estudios le sobró el ansia por conocer y porque siendo un hombre muy sencillo, su humanidad lo condujo a una muy especial grandeza.

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