lunes, 26 de febrero de 2018
DESDE LA FINCA - Por: El Cortador
Primer viernes de marzo.- El ambiente en el cafetal va cambiando en la medida que la cosecha es más escasa. Ya no se escucha el bullicio de la gente entre los surcos, que hace unos meses convertían las laderas en una verdadera verbena. Ya son pocos los cortadores que desafían el quemante sol de invierno y que con paciencia recolectan los pocos granos rojos que todavía la fina ofrece a los decididos. El corte lo van combinando con la poda de las ramas que ya cumplieron su ciclo. Los troncos viejos se cortan con cuidado para que las matas den paso a nuevos retoños. Ya cortados, los amarran en rollos para llevárselos a su jacal. Servirán de leña para alimentar el fogón del bracero donde se convertirán en el fuego que cuece los frijoles y esponja las tortillas. Las actividades en la finca son diversas y el viejo cortador tostado por el sol de muchos inviernos, las conoce todas. Sus callosas manos son testimonia de su sabiduría pragmática. Con voz de trueno pero con solemnidad, comenta para que todos escuchen: “El próximo viernes es el primer viernes de marzo. Hay que recolectar azahares y flores desde muy temprano para prepararlas con aguardiente. Son tradiciones que aprendimos de nuestros abuelos. Es una fecha llena de tradición, conocimiento y magia. Claro que cada quien lo puede ver como le parezca, pero a nosotros nos enseñaron que el primer viernes de marzo es la fiesta de las plantas, la naturaleza nos sana, nos nutre, nos purifica, nos trasmuta en algo positivo”. Con sabiduría de chamán continua: “También se puede ver como fecha sagrada, porque se utiliza para purificaciones, las limpias es una tradición de índole prehispánica, las plantas tienen vida, cada planta tiene energía, es un espíritu. También existe la costumbre de arreglar la sábila con otras hierbas y sirve para cortar las envidias y maldades, el listón rojo simboliza el amor que existe en el hogar o negocio, mientras que la herradura es para la abundancia porque es un símbolo de buena suerte para el dinero o trabajo. Pero todo está asociado con los preparativos para recibir el equinoccio de primavera el 21 de marzo”. Los cortadores más jóvenes, esos que poco creen en las tradiciones, fascinados con el relato, le pidieron que continuara. El viejo zorro, con el donaire de un mentor, continúa: “Este año el primer viernes cae en día dos. Hay que levantarse muy de madrugada para recorrer el campo, aún con el rocío, y empiezas a buscar las flores: flores de naranjo, de limón, de lima; le pides permiso a cada una de las plantas para desprenderlas y hacer la colecta poco a poco. Una vez que tienes suficientes, los juntas para combinarlas con ruda, romero, albahaca y aguardiente de caña natural para preparar los ‘azahares de flores del primer viernes de marzo’. Decía mi abuelo que esa bebida ‘tiene virtud’, pues cura todo. También hay quienes dicen que ese día es único, un día donde se comunican los seres de las distintas dimensiones, entre lo físico y lo metafísico, entre el que vive y el que ya no está corporalmente aquí en la tierra. Los viejos de antes eran los herederos de grandes saberes a través de generación en generación. Se decía que el primer viernes de marzo se abren las cuevas, se hacen limpias, se colectan flores y se reconoce a la madre tierra, que de acuerdo a las estaciones, pronto iniciará la primavera y la finca floree y continúa el ciclo de la vida. Lo cierto es que forma parte de nuestra cultura y se ha sincretizado con algunas prácticas religiosas”. Tras esa hermosa cátedra de magia y tradición, todos se comprometieron a comprar aguardiente.
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