Algo curioso que se observa en la presente elección, es que ante el desprestigio de los partidos políticos, las estrategias de los aspirantes, algunos optaron porque en su propaganda se destaquen más las cualidades de la persona y minimizaron los logos de los institutos políticos que los postulan.
En los anuncios espectaculares de los candidatos y propaganda, la mayoría ha procurado reducir al mínimo el tamaño de los logotipos de sus partidos; asimismo los colores identificativos han sido sustituidos por otros genéricos.
Los partidos son institutos políticos con estatutos e ideología, que si bien se han mimetizado, están registrados ante la ley. El desprestigio obedece, no a la marca, sino a algunos de sus miembros que se han excedido en sus funciones hasta llegar a cometer actos de vergonzoso descaro y falta de ética. Sin embargo, no todos los políticos son iguales. Hay instituciones y hay hombres.
Por lo tanto, los candidatos enfrentan el reto de comunicarse con una ciudadanía molesta con la situación económica, social y política del país, y un creciente escepticismo acerca del poder del voto para cambiar las cosas. Es importante que no olviden detalles que hagan despertar el interés del ciudadano por su propuesta. Por lo que deben ser muy cuidadosos hasta de sus propias expresiones para evitar malos entendidos con el sensible electorado.
Tener autoconocimiento ayuda mucho a construir un discurso que transmita: Sinceridad en la historia personal, lo que genera identificación y empatía. Congruencia entre lo que se dice y lo que se ha hecho en la vida personal. Valores personales que motivan las propuestas de política pública. Un perfil propio que les diferencie, en personalidad y atributos, respecto a los demás candidatos.
Si queremos construir o reconstruir los puentes de comunicación entre la política y la sociedad, es necesario que los políticos comiencen a esforzarse por hablar más del conocimiento de las necesidades y de su historia personal, y construyan un discurso cercano con un lenguaje realista, claro y entendible.
Cierto que la mayoría de la gente vota hoy en día más por el perfil y la personalidad de los candidatos, que por las propuestas de política pública o por los partidos. Lo que quiere decir es que la comunicación de las propuestas de gobierno se tienen que construir a partir de las fortalezas y atributos de la personalidad del candidato.
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