Considerado el padre de la patria, Miguel Hidalgo y Costilla, de quien se conmemora un aniversario más de su fusilamiento, ocurrido el 30 de julio de 1811, fue precursor del movimiento de la Independencia de México.
Miguel Hidalgo y Costilla nació el 8 de mayo de 1753, en la hacienda Corralejo, jurisdicción de Pénjamo, Guanajuato. En la ciudad de Valladolid, ahora Morelia, estudió en el Colegio de San Nicolás. Se desempeñó como profesor de filosofía y teología, por lo que obtuvo el grado de bachiller en teología de la ciudad de México y en 1778 se ordenó sacerdote; años más tarde tomó este cargo en el pueblo de Dolores en sustitución de su hermano mayor, tras su muerte.
Hidalgo fue también traductor de francés, promotor de la agricultura y la industria, así como aficionado de las artes y las ciencias por sus ideas afines con la Ilustración. En 1809, se unió a uno de los grupos secretos opositores por la invasión napoleónica en España, los cuales discutieron las primeras ideas de un gobierno independiente para la Nueva España.
Se acordó un levantamiento en armas contra el virrey el 1 de octubre de 1810, sin embargo, la conspiración fue descubierta por lo que Hidalgo y otros de sus compañeros se trasladaron a Querétaro. La madrugada del 16 de septiembre de 1810, Hidalgo tomó el estandarte de la Virgen de Guadalupe, imagen simbólica y representativa de este movimiento, con lo que dio el llamado “Grito de Dolores”, para iniciar con la lucha armada. Alrededor de 40 mil miembros formaron el ejército que convocó junto con Allende, y una semana después ya había tomado Celaya, Guanajuato por lo que fue nombrado capitán del Ejército Libertador.
Tuvo otros triunfos como la toma de Salamanca, Irapuato y Silao. Su ejército avanzaba poco a poco hacia la Ciudad de México y al llegar a Guadalajara, dio a conocer su declaración de independencia y la conformación de un gobierno provisional. Otros aspectos destacados de dicha declaración fueron la abolición de la esclavitud, la eliminación del tributo que pagaban los indígenas a la corona y la restitución de las tierras arrebatadas por los hacendados.
Sin embargo, poco a poco sufrió derrotas por el debilitamiento de las tropas y el 11 de enero de 1811 fue derrotado en Guadalajara, por lo que huyó hacia Aguascalientes y Zacatecas. Fue capturado cuatro meses después y llevado hasta el estado de Chihuahua, donde lo juzgaron en consejo de guerra y lo condenaron a muerte. Sufrió la degradación como sacerdote y finalmente el 30 de julio de 1811 fue fusilado. Posteriormente, su cabeza fue colgada y exhibida en la alhóndiga de Granaditas en Guanajuato, junto con las de otros insurgentes como Allende, a manera de amenaza para los habitantes.
A su muerte, otros insurgentes continuaron con sus ideas independentistas y años después, cuando se logró consolidar la República Mexicana en 1824, Hidalgo fue reconocido como el primer insurgente y padre de la patria.
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