lunes, 18 de junio de 2018

Cerca del Cielo - Por: José Ramón Flores Viveros

Ecos del Everest…

“Educación es lo que la mayoría recibe, muchos transmiteny pocos tienen”.
Karl Kraus

Cuando Ricardo Torres Nava hizo la Pirámide Carsten en Nueva Guinea, en su conferencia muestra fotografías tomadas a nativos que viven como si estuvieran en la Edad de Piedra. Antes de ponerlas siempre pide mucho respeto y discreción para estos seres humanos. Incluso explica que existen aún prácticas antropófagas entre las diversas tribus que habitan estas selvas vírgenes. Tengo en mi poder dos postales que me envió cuando estuvo en Nueva Guinea.

Otra anécdota muy interesante que platicó en su conferencia, cuando buceó en Chile en una laguna ubicada a 6 mil metros de altura, la más alta del mundo. Esta laguna se encuentra en el interior del cráter del volcán chileno Licancabur de los Andes chilenos. No recuerdo el nombre de quien lo acompañó en esta aventura. Pero estando ya en el interior de la laguna buceando, el tanque de oxígeno de Ricardo comenzó a fallar lo que provoco que la sangre se le envenenara por anhídrido carbónico. Su amigo al darse cuenta de la situación del alpinista de Nueva Rosita Coahuila, con muchos problemas logro sacarlo del agua, que por cierto era agua salada. Ricardo quedo inconsciente mucho tiempo, estuvo a nada de perder la vida. Muestra una fotografía que su amigo le tomó envuelto en una bolsa de dormir, y donde se aprecia su grave estado. Siempre que Ricardo narra esta experiencia, la voz se le corta por la emoción. Sin embargo con mucha entereza y humor -es casi la parte final de su conferencia- se sobrepone y manifiesta, que Licancabur lo puso a pensar seriamente, y decide entonces, que “Ya no más, que ya había que parar definitivamente”, con mucho humor y sencillez, añade que se dijo a sí mismo “¡Ya es el momento de dedicarme a hacer algo productivo!”

Cuando tuve la oportunidad de estar con él -esto fue en 1990- la primera vez, fue en el Pico de Orizaba, me sentía pasmado y emocionado. No podía creer que estaba conviviendo con el primer latino y mexicano en el Everest. Estábamos en el albergue de Piedra Grande, con quien me presento con Ricardo, el Dr. Mario Rizo Campomanes. No sabía cómo iniciar una buena conversación. Iba con un grupo de alpinistas europeos -era su guía- y les estaba preparando algo de comer, de manera imprudente le solicité una foto, aceptó de manera inmediata, y aparece con un plato en una de sus manos. Cuando le di las gracias, me explicó que de ninguna manera, que no tenía por qué agradecerle, que estaba a mis órdenes. Detalles como este hacen de este hombre una gran persona. Su sencillez es de verdad algo increíble, hasta incomprensible, tratándose de una leyenda del montañismo mexicano y mundial… CercadelCielo15años.

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