En 1970, cuando Reinhold Messner regresó del Nanga Parvat, en el Himalaya, tuvieron que amputarle siete dedos de los pies. Pero la expedición dejo en él una cicatriz muy profunda: su hermano Gunter murió durante el descenso. Tras la pérdida Messner se dedicó al montañismo de una manera más profesional. “Supe que la vida era algo fugaz, que tenía que vivirla al máximo y alcanzar mis metas.”
“Es muy difícil evaluar el montañismo de grandes altitudes”, dice Hans Kammerlander, quien ha escalado con Messner 7 de las 14 montañas de más de 8000 metros del mundo. “No hay un árbitro, no hay tiempo límite. Hubo otros grandes: Buhl, Herzog, Forrer; recuerda Kamerlander, recordando algunos de los personajes importantes en el montañismo. Ellos hicieron varios de esos recorridos solos. Pero Reinhold tenía muchas nuevas ideas. Encontró nuevas maneras de hacer las cosas, técnicas innovadoras. Las concebía y las ponía en práctica. Decía que, “Si todo está preparado y tienes un guía que se hace responsable de tu seguridad, no puedes conocer la montaña. Solo es posible conocerla si estás solo y eres autosuficiente, y pones aprueba los límites de la valentía y talento”.
Para cuando Reinhold tenía 13 años y su hermano Gunter 11, ya habían forjado una sólida relación debido al alpinismo. Los dos eran fuertes para su edad y talentosos, aunque sus personalidades eran muy distintas. Reinhold era extrovertido y le gustaban las confrontaciones.
Después de escalar las torres rocosas del Geislerspitzen, Reinhold y Gunter continuaron con los otros picos de las Dolomitas y después fueron más lejos, realizando los ascensos clásicos a los Alpes occidentales. En las Dolomitas aprendieron a escalar la roca en estilo libre, pero en los Alpes adquirieron experiencia en terrenos mixtos y en el hielo. Cuando Reinhold tenía 20 años y Gunter 18 ya podían comparar sus habilidades con algunos de los alpinistas más experimentados de Europa. “Cuando pude escalar con ellos, o seguir una ruta similar a la de un alpinista famoso, yo buscaba observar y aprender, dice Reinhold, eso duro unos años. Yo diría que a los 20 o 23 años de edad ya éramos conscientes de que nadie podía escalar lo que nosotros.”
En los años posteriores demostraría su impresionante velocidad. En 1979, durante una expedición al Ama Dablam, en Nepal, Reinhold y su amigo Oswald Oelz rescataron de manera espectacular a Peter Hillary, hijo del gran explorador, y a sus dos compañeros. “En seis horas, Reinhold cubrió el terreno que a los neozelandeses les había tomado dos días y medio subir. Se movía a través de la nieve como si fuese un relámpago. Era como los ciervos que parecen flotar sobre el piso: daba la impresión de que sus pies no tocaban el terreno.”
En su opinión, los momentos definitorios de su incursión en el montañismo de grandes altitudes fueron el cruce, junto con Hans Kammerlander, de dos picos de 8000 metros, el Gasherbrum II y el Gasherbrum I, que hicieron de manera consecutiva en 1984, y su expedición en solitario a la montaña de su vida, el Nanga Parbat, en 1978. Pero el que capturó la atención popular fue el primer ascenso al Everest sin oxígeno, en la primavera de 1978. Reinhold lo expone de la siguiente manera: “Era comparable con ir a la luna sin oxígeno, ¿Cómo era posible?... En Alemania, al menos cinco doctores aparecieron en televisión explicando por qué era imposible, dice; así que abonaron el terreno para un gigantesco éxito.”
Reinhold se ha sometido a varias pruebas fisiológicas que revelan un metabolismo altamente eficiente, resultado de quizá de haber aprendido a no comer, pero ninguna capacidad pulmonar o cardiaca inusual. El ADN de su familia es poco común. Durante sus mejores épocas, el entrenamiento de Reinhold consistía en subir colinas corriendo. “Subía 1000 metros en 30 minutos” cuenta Messner.
Escalar el Everest sin oxígeno corroboraba la extraordinaria adaptación de Reinhold a las grandes altitudes: “Me sentía muy contento. Pensaba que, después de subir el Everest, podía hacer cualquier cosa”. (Tomado de la revista NATIONAL GEOGRAPHIC, Venciendo lo imposible. Por Caroline Alexander).
Les deseo a mis contados 2 lectores y a quienes no lo son, un 2019 de mucha salud, principalmente. Que Dios los cuide y bendiga siempre.
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