lunes, 1 de julio de 2019

CON.CIENCIA - Por: Sergio Jimarez


Las sandalias de mujer




Todos sabemos que Albert Einstein ha sido un ícono de la vida moderna. Además de ser el físico más famoso, su prestigio lo ha colocado en un lugar que difícilmente se le podrá quitar y que no sólo sus contribuciones en la ciencia han sido el motivo por el que este personaje es tan amado, sino que son muchas las curiosidades que rodeaban su vida cotidiana: su pacifismo, el talento para el tocar violín y su selecto grupo de amigos personales. En este último punto destaca David “Dave” Rothman, antiguo propietario de una tienda de calzado quien es directamente responsable de una foto en la que Einstein posa en la playa con un par de sandalias femeninas.

Esta anécdota se publicó en “My Grandfather and Albert Einstein” escrito por Joan Rothman Brill (nieto de Dave Rothman). El origen de las sandalias femeninas y la amistad entre su abuelo y Einstein, comienza en el verano de 1939 cuando el físico buscaba disfrutar de forma auténtica sus vacaciones en Rhode Island para alejarse del estrés de Princeton. Cuando ya estaba por salir de su casa se dio cuenta de que había olvidado empacar sus sandalias, así que alguien le recomendó visitar la tienda de Dave.

Al llegar, Einstein se dirigió al propietario y solicitó un par de “sandals”, debido a su acento alemán en lugar de entender esta palabra Dave entendió “sundials” que significa relojes de sol.

Confundido, pero también muy cortés,  Dave llevó al físico a su terraza de atrás para enseñarle el único reloj de sol que tenía en la tienda. Al comprender el malentendido, Einstein se sintió muy apenado y reiteró que lo que buscaba eran “sandals” (sandalias). Al aclarar todo, Dave le dijo al físico que la temporada de verano había agotado toda la bodega de sandalias y que ya sólo le quedaba un par femenino. 

En el libro se cuenta cómo se logró la venta por una conmovedora razón: “(Mi abuelo) era una persona muy cálida. Con el tiempo nos contó que en aquella ocasión Albert estaba tan apenado por la confusión y se sintió tan cómodo con la amabilidad que le mostró mi abuelo, que decidió comprar el único par disponible aunque fuera calzado diseñado para dama”.

Siendo toda una celebridad, Albert Einstein siempre estaba acompañado por reporteros y fotógrafos para poder obtener una nota por lo que aprovechó e invitó a su nuevo amigo y con su nueva adquisición a tomarse varias fotografías en la playa en muestra de agradecimiento. Por su parte, Dave decidió que cada año le enviaría al físico un par de sandalias que fueran más de su estilo y así lo hizo hasta la muerte de Einstein en 1955.

Dave y Albert forjaron una amistad que trascendió sus respectivas distancias y profesiones, se visitaban mutuamente y se enviaban postales. Años más tarde ambos bromeaban con respecto a las sandalias femeninas y Albert siempre aseguró que las conservaba con cariño porque decía que nunca pasarían de moda.

Esta historia nos enseña algo muy importante, tenemos la costumbre de darle mucha importancia a los prejuicios, y esto siempre nos llevará a perdernos de conocer buenas personas o descubrir cosas maravillosas  de la vida misma; cuando lo que tenemos que hacer es tener por delante el agradecimiento y valorar lo poco o mucho que las personas hacen por nosotros, porque en esos detalles es donde se nace, se forja y se mantiene una buena amistad. 

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