martes, 16 de julio de 2019

Obsesiva Tautología Por: Prof. Julio Hernández Ramírez



En el contexto de las campañas electorales fue un buen discurso, no por consistente y bien articulado, sino por decir lo que una ciudadanía abrumada quería oír. Se trata de un discurso tautológico y ramplón, pero hábil para esconder tras una aparente humildad, manifiestos afanes de megalomanía.

Ya en el ejercicio del poder y convertido en el discurso oficial, pocos meses han bastado para que muestren claros signos de agotamiento. Es previsible, obsesivo y por si fuera poco, autoritario. La realidad se ha encargado de ir socavando una a una de sus tesis. Ante el ofrecido crecimiento económico, según organismos financieros acreditados la desaceleración económica es notoria y algunos expertos indican que ya se está frente a una recesión técnica. Las contradicciones en materia de política externa y migración son manifiestas; el ofrecimiento de batir la inseguridad y retornar a las fuerzas castrenses a los cuarteles ha sido pura retórica; decisiones aberrantes en materia de turismo, el desmantelamiento de la CONAFOR dan cuenta de muchas decisiones arbitrarias sin soporte técnico y financiero. Despidos masivos, opacidad en los manejos de “los ahorros” y la grave intención soterrada de controlar a los organismos autónomos y a toda institución que por su naturaleza pueda convertirse como contrapeso, en una posibilidad de equilibrio en el ejercicio del poder, todo ello genera incertidumbre, desencanto y hace que la euforia se esfume ante una realidad que llama la atención con focos rojos y que nadie en su sano juicio puede querer para México.

Antes de la asunción al poder, en el campo, en la ciudad, en la oficina, en el taller, en la academia y en el barrio, prácticamente en todo espacio, se hablaba del apoyo a quien se hizo de la victoria con una abrumadora mayoría, hoy, en una interesante paradoja, son cada vez más los espacios donde se habla del desencanto y de la decepción.

En este contexto, las corrientes políticas de oposición tienen frente a sí una enorme área de oportunidad para constituirse en factores de contrapesos y equilibrios. Deben asumir esa responsabilidad histórica, el país los necesita. Estarán a la altura de esa circunstancia sí y solo sí son capaces de articular un discurso propositivo, coherente y acorde a su condición de oposición, pero fundamentalmente si orientan sus pasos al reencuentro con las causas de los ciudadanos, si dan contenido a sus códigos de ética y democratizan sus procesos internos. La oposición tiene frente a sí, el deber de velar por la permanencia e integridad de las instituciones que tanto han costado a todos los mexicanos. El suyo es el tiempo de dar vuelta a la página, de cerrar capítulos para abrir otros donde el muro de las lamentaciones no encuentre lugar.

De omisiones y complementos

En la entrega de “Desde el aula” correspondiente inmediata anterior de este semanario, por error en la conformación del formato se omitió el tercer ejemplo ofrecido, el cual es del siguiente tenor:

Recientemente, alguien ha deslizado comentarios irresponsables, dolosos e infames que afectan mi honorabilidad. Al respecto puedo afirmar sin falsa modestia que he trabajado y estudiado durante muchos años; me siento satisfecho con mi trayectoria y mis alcances, me sumo como un auténtico exponente de la cultura del esfuerzo. He constituido un modesto patrimonio familiar que al menos me permite estar ocupado. Camino solo y miro de frente, a los ojos; cierto, como cualquiera, cometo errores. He sentido el aguijón de la derrota pero también he disfrutado la miel de la victoria y aquí estoy, vertical, seguro de resistir cualquier infamia. Con todo no puedo evitar traer a la memoria la sabia respuesta que el noble caballero da a su fiel escudero cuando éste le advierte la presencia de los perros, como tampoco puede pensar que la mayor afrenta a la envidia consiste en ser diferente.

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