martes, 16 de julio de 2019

Réquiem para una leyenda



"Jóven", "Gordito", "Don Vicente", "Viejote", "El patrón", “Chato”... No terminaría con todas las formas que cada uno adoptamos para llamar a mi "Boni", Don Vicente Bonilla Martínez.

Con un hueco en el estómago y un vacío en mi corazón, hoy llegó la despedida; aunque mejor dicho, llegó la "recordada", y es que en eso han transcurrido estas horas, la gente se acerca contando una y mil historias de quien siempre encontraron una mano amiga. En la memoria de muchos estaba verlo alimentando a las palomas y jugando básquet en su canasta, o poniendo leña y sus cacerolas con langostino, esperando la clientela; otros más, en su pasatiempo favorito: empinar papalotes; siempre frotándose las manos ante alguna travesura, haciendo trampa en la lotería, escondiendo las llaves o la cartera de algún inocente, jugando dominó, poniendo a todos sus músicos a cantar, regalando dinero a la gente, cantándole con total amor a mi tía “Besos de fuego” o haciéndonos llorar con “El papelerito” y, por su puesto, rezando con la fe más grande a su amado Monseñor. ¡Ah! Cómo olvidar su singular rechinido de dientes cuando se enojaba. Todos temblábamos de miedo.

Así fue don Vicente Bonilla, uno de los mejores hombres y cocineros que he conocido, con alma de niño y un corazón tan grande como su tamaño. Estoy segura de que en el cielo tendrán banquetes con el mejor sazón que Coatepec le regaló al mundo; el papá, el esposo, el abuelo, el tío, el padrino, el compadre, el hermano, el patrón... ¡lotería! Todos los títulos los ocupó con nobleza. Su pasión y entrega por conseguir sus metas, dejan una enseñanza de vida a todos lo que lo queremos.

La mesa se llenó como siempre le gustaba y aunque nos duele su ausencia, estamos en paz. Por primera vez en 80 años Casa Bonilla no abrió sus puertas y es que, inevitablemente, la tristeza nos invade. Pero insisto, un grande no se despide, ¡se recuerda! Y así será por siempre.

Texto de Mariiela Rivadeneyra Jácome; leído por José Rafael Ballester durante el sepelio.


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