lunes, 5 de agosto de 2019

REFLEXIONES Por: Héctor Hernández Parra



Después de muchísimo tiempo tuve la oportunidad de caminar por la parte superior de la nave principal en el templo parroquial dedicado a San Jerónimo, subí la estrecha escalinata de piedra que provoca una fatiga pasajera, reencontrarme con las campanas, los esquilones, una experiencia emotiva.

Recordar aquellos relatos en los cuales mi padre, en su niñez, tuvo la fortuna de aprender de la experiencia de Don Agustín Suárez la reparación de aquella joya de relojería instalada en la torre parroquial, darle el mantenimiento adecuado, obtener la sincronización de la iluminación con las campanas y lograr que por las noches el pueblo y los habitantes de la región pudiesen enterarse de la hora a simple vista o escuchando el número de campanadas, cada 15 minutos, cada 30 u hora completa.

Con la debida precaución volví a experimentar la emoción de observar a Coatepec desde las alturas, a corta edad aprendí a tocar las campanas para anunciar las celebraciones religiosas, repicar los toques en la noche del grito de independencia y durante los desfiles, recibir sonoramente la llegada de los arcos florales elaborados por los artesanos de calles y barrios que muestran de esa manera su gratitud al patrono del pueblo.

Volver a palpar la campana mayor, observarla con detenimiento, nuevamente leer las frases en latín, CONVOCO AL CLERO; CONGREGO AL PUEBLO, ALEGRO LAS FIESTAS; ALEJO LAS CALAMIDADES y LLORO POR LOS DIFUNTOS; observar el estado de todo el conjunto arquitectónico, sentirme orgulloso de los templos que en Coatepec aún se preservan, percibir la necesidad de reconocer históricamente a nuestra cultura regional, elementos materializados que son parte de nuestras vidas.

A mi memoria llegaron las escenas de aquellas películas donde se presentaba “La vida inútil de Pito Pérez”, escenificadas por Manuel Medel, por Tin Tán o por Ignacio López Tarso, una divertida historia de un personaje de José Rubén Romero, brillante Diplomático nacido en Cotija Michoacán y célebre escritor costumbrista. La historia cuenta las vivencias de un vividor popular, de un vagabundo que aprende a transitar por la vida conociendo oficios y pasiones en las que se encuentran plasmados los siete pecados capitales que todos en alguna ocasión hemos padecido.

Una vez más la literatura y el cine son elementos de la cultura popular que nos ha forjado, y que nos permiten evocar vivencias.


Correo electrónico: hectorhernandezparra77@gmail.com

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