lunes, 30 de septiembre de 2019
DESDE EL AULA Prof. Julio Hernández Ramírez
Jorge G. Castañeda, en la autobiografía que publica bajo el titulo sugestivo de “Amores perros” narra con profusión las peripecias realizadas, aprovechando una intricada red de relaciones con grupos académicos, intelectuales, diplomáticos, empresariales, con líderes y representantes de la sociedad civil, tanto en el ámbito nacional, como internacional, para apoyar la alternancia política del año 2000, personificada en la figura de Vicente Fox Quezada, y explica por qué siendo depositario de una acendrada vocación de izquierda, decide apoyar a un proyecto humanada de la derecha.
Deja expuesta también, con manifiesta técnica didáctica, su convicción de que la alternancia así misma no sería el suficiente para darle un rumbo diferente al país. Describe con nitidez los rasgos de lo que sería el programa de política exterior, enfatizando el tema de los derechos humanos y la migración y proyectando a México frente al mundo con su enorme riqueza cultural. Bosqueja una política educativa acorde con los requerimientos de un mundo globalizado. En el tema económico, visualiza con acierto, que para poder repartir a través de programas sociales bajo un supuesto propósito de atemperar desigualdades y reducir los índices de pobreza, es requisito indispensable promover el desarrollo económico, es decir, generar riquezas, pues de no ser así todo se reduce a un ejercicio patético de demagogia. Acota que si no se otorga confianza al sector privado, la inversión se contrae y si no hay inversión, no hay crecimiento económico.
Se duele de que en el equipo de transición no se planteara el dilema transformacional y que se redujera el desafío a un “¿cómo gobernar?, no ¿para qué gobernar?”. Con tintes casi anecdóticos relata como su propuesta de presionar a exponentes del priismo para que apoyaran iniciativas del presidente de la transición, mediante la apertura de expedientes de investigación, Fox responde con una frase lapidaria, sincera y aberrante… “No soy Dios para escoger a quien castigar y a quien no”. Fin de la discusión.
La referencia se trae a colación para establecer un paralelismo con el régimen de las mil y una mentiras, de las contradicciones y las paradojas. Prometió una política amigable con los migrantes y a la par acepta indignamente hacer el trabajo sucio de los Estados Unidos, utilizando incluso a quienes debieran salvaguardar la seguridad de los connacionales. Por si fuera poco, condena al país a un aislamiento decimonónico dejando la idea de una fobia y desprecio a los foros internacionales tan necesarios para la promoción del país e incentivar la inversión extranjera indispensable para el desarrollo y crecimiento económico.
La ambición desmedida por la rentabilidad electoral parece ser la causa para imponer una contra reforma retrógrada en materia educativa que vulnera el derecho humano de los niños y jóvenes a recibir una educación de calidad, favoreciendo claramente a la educación privada. Será porque los hijos de quienes aprobaron esta atrocidad nunca irán a una escuela pública. De nueva cuenta a quien se afecta directa e impunemente es a los sectores más vulnerables es decir, más pobres.
Vaya paradoja. Lo mismo acontece con temas como el seguro popular, las guarderías, etc. Pero bueno, para muestra un botón basta.
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