martes, 8 de octubre de 2019

EDITORIAL



Siempre es lamentable de la muerte de personas en cualquier condición. Cuando se trata de personas mayores, se entiende que los ciclos se cumplen y es menos dolorosa una pérdida de esa naturaleza. Cuando las muertes son por accidentes o violencia e involucran a gente que aún le quedaba un buen tiempo de vida, se lamenta mucho más, generan impotencia y causan más dolor a los cercanos.

Sin embargo, hay una causa de muerte que es difícil de entender y que ha aumentado en los últimos años por diversos factores: el suicidio. Esto viene a tema debido a la nota de una adolescente que se quitó la vida en Xico, y de otros datos que se han dado a conocer en la región como intentos o consumados.

El suicidio es la segunda causa de muerte en la población mundial de entre 10 y 24 años y la tercera de los 15 a los 44 años. En México constituye la tercera causa de muerte entre los adolescentes. Se pensaba que la gente se suicidaba por depresión; después se determinó que existen causas derivadas de consumo de alcohol o drogas. Hoy se sabe que el suicido está ligado a la desesperanza, es decir, al hecho de que se pierde la expectativa de una vida con calidad.

La OMS señala que quitarse la vida es resultado de una compleja interacción de factores biológicos, genéticos, sicológicos, sociales, culturales y ambientales. No es un acto racional y representa la única salida que muchas personas encuentran a los problemas, al dolor y la miseria. Se trata de un proceso en el que los individuos pasan por la idea, la planeación, el intento y la consumación. Actualmente agudizado por los famosos “retos”, de moda entre los adolescentes. La convivencia entre familias disfuncionales, también favorece dicho incremento.

Actualmente los recursos de los gobiernos dedicados a la atención, tratamiento y prevención de las afecciones mentales, que llevan al suicidio, son insuficientes, contrario la presencia de esos males que es grande y creciente. Algunos medios decidimos no publicar los suicidios, o hacerlo con especial cuidado. La razón es no arriesgar el efecto de imitación, el cual existe y está documentado por expertos. Sin embargo, la medida también impide visualizar las dimensiones del problema.

Existen protocolos para identificar y atender los conflictos emocionales. Ahí es verdaderamente importante la participación de los padres o familiares cercanos. Todos los padres, maestros, familiares y amigos, debemos aprender a identificar la presencia de esas causas profundas que conducen al suicidio. En muchas oportunidades, vencer el primer impulso basta para dar a la persona una larga vida. Es preciso reconocer el momento de pedir ayuda y saber dónde acudir. Los centros educativos, son el lugar idóneo para impulsar la enseñanza cuidadosa de la prevención, sobre todo ahora que los fenómenos como el bullying intensifican la angustia de sus víctimas y, en muchas ocasiones, las llevan a cometer un error irreparable. Mucho ojo para que no aumenten los casos de suicidio en la región.


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