lunes, 16 de diciembre de 2019

DESDE EL AULA PROF. JULIO HERNÁNDEZ RAMÍREZ



José Martí, en uno de sus célebres discursos, con una retórica que seduce y apasiona, sostiene que: “Tan necesario es a los pueblos lo que sujeta; como lo que empuja” y luego pregunta: “¿Locomotora con caldera que haga andar y sin freno que lo detenga a tiempo? Es preciso en cosas de pueblo, llevar el freno en una mano y la caldera en la otra. Y por ahí padecen los pueblos; por el exceso de freno y por el exceso de caldera”. Sin bien son sentencias que se pronuncian pensando en los pueblos, valen también para las familias, en las cuales tan importante es la exigencia racional del padre como la mediación conciliadora de la madre. Si se continúa en la misma ruta de reflexión se llegará al punto de reconocer que la clave está en la armonía, en el equilibrio y los siempre necesarios contrapesos; anulados estos, en el contexto de la familia priva el abuso con la consecuente sumisión de la contraparte, y en el ámbito de los pueblos, la tiranía.

“Las lecciones del pasado entre hombres que han sufrido males, precaven los desórdenes del porvenir” (Montesquieu). La historia abunda en ejemplos de que cuando en un régimen de gobierno se rompen los equilibrios, lo que sigue es la tiranía que degenera en dictaduras.

Las premisas suelen ser recurrentes. Una sociedad con una moral debilitada por el hartazgo, con profundo descontento ante los abusos de una clase política que lo corrompe todo, y un liderazgo emergente, megalómano y mesiánico que machaca con un discurso ramplón, que no resiste un análisis crítico, mucho menos la confrontación con la realidad, pero que recoge el disgusto generalizado y dice lo que el común de la gente quiere oír o le gustaría decir.

Una mirada retrospectiva por el acontecer de los pueblos, nos enseña una y otra vez, cómo este tipo de perfiles, una vez instalados en el poder, socaban el orden institucional para generar otro que les permita gobernar sin equilibrio y contrapesos y con claros afanes de perpetuidad. Para ello, establecen una legislación a modo que utilizan como plataforma para someter a los otros poderes y a los organismos autónomos.

México vive un tiempo crucial. La retórica oficial polariza y divide a la sociedad. Hay preocupación y angustia. Se reavivan temores ancestrales y se alientan doctrinas maniqueistas. Hay barruntos y tufos. Hay intolerancia ante quien piense diferente y una manifiesta tentación por lo absoluto, pero también hay esperanza, en que el pueblo, sabio como es, ponga el remedio a tiempo. El restablecimiento de los equilibrios que pongan frenos a los excesos, es urgente, indispensable. La clave está en el 21.

En otro tema, lo políticamente incorrecto puede ser oportuno y necesario; depende del cristal a través del cual se mire. No se equivoca quien se acoge al principio de que el valiente también tiene fecha de caducidad, la cual se fija en el momento que se quiere.

El comentario vale, bien por el mensaje, con claro destinatario que sirvió de cierre al informe del acalde Coatepecano.

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