La historia del Palacio municipal de Coatepec. (2°parte)
En 1885, durante el régimen porfirista, se le da prioridad a la construcción del Palacio Cantonal de Coatepec. Comienzan las gestiones para adquirir la casa del señor Luis Martínez, situada en la parte sur, haciendo la compra el 6 de febrero de 1886 durante la administración del jefe político del Cantón de Coatepec, don Jacinto García y como alcalde de Coatepec don Camilo Hernández.
Se instalan ahí los Juzgados de Paz y se acondicionó para la cárcel de mujeres. Las reparaciones que se hicieron importaron 393 pesos. El 5 de mayo de ese mismo año se inauguró la cárcel para varones en la parte norte de palacio, dando a la calle de Arteaga. El espacio contaba con una sala común para los presos, tres separos para incomunicados, entre-rejado, patio con una fuente, excusado y lavaderos, un tanque para baño y un puesto de guardia. El costo fue hasta su inauguración de $5,206.65. Sin embargo $1,471.60 fueron gastados en efectivo, importando lo restante el trabajo de la prisión.
Durante la administración de don Luis Figueroa como jefe político, la cárcel pública de Coatepec tuvo trabajos de construcción como el envigado del segundo piso, techado de dos piezas, el terminado de ornamentación del frente de estas con acopio de algunos materiales.
En 1894 durante la gestión de Manuel Martínez de Castro comienza la construcción de siete piezas, cuatro bajas y tres altas, una de ellas era amplia para las reuniones del ayuntamiento. Se instaló en algunas áreas ya terminadas la Alcaldía, el cuerpo de guardia de fuerza y seguridad, y el juzgado segundo de primera instancia.
En 1896 el mismo jefe político, Martínez de Castro, informa que con los fondos del extinguido derecho de bulto, se concluyeron las oficinas del ayuntamiento. En julio se procede al derrumbe del frente del edificio, dándose el comienzo a la erección del nuevo Palacio Cantonal. En caso de no tener escasez de fondos en mayo del siguiente año, se instalarían dos juzgados de primera Instancia, la administración de rentas, la jefatura, así como la construcción de departamentos para talleres.
Algunos presos voluntariamente apoyaron con albañilería, pues querían aprender.
Sin embargo varias partes del Palacio tuvieron que reconstruirse pues según Martínez de Castro, algunas antiguas paredes no tenían cimientos, y por su mala condición fue necesario derribarlas.
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