El escritor Franz Kafka nacido el 3 de
julio de 1883, publicó sólo media docena de obras en alemán, pero su escritura
peculiar ha influido tanto en el imaginario global que el adjetivo “kafkiano”
se traduce a casi cualquier idioma y lo entienden aun los que no han leído su
obra.
Kafka nació en Praga, en ese momento
Bohemia, parte del Imperio Austrohúngaro en una familia de comerciantes de
origen judío. Por presión de su padre -un hombre autoritario al que Franz le
escribió ‘Carta al padre’ en 1919- se doctoró en leyes. A partir de
1907 escribió en las horas que le dejaban libres sus largas jornadas laborales
en una serie de compañías de seguros. En esa época fomentó las relaciones
amistosas que le acompañarían de por vida con los escritores y periodistas Max
Brod y Felix Weltsch. El primero de ellos fue el depositario de sus escritos,
mismos que debía destruir a la muerte de Kafka, orden que –para fortuna del
mundo- no cumplió, encargándose de su edición.
Aunque no se tiene certeza, por el poco
desarrollo de los estudios psiquiátricos en ese momento, pero los biógrafos y
estudiosos de Kafka concuerdan en que padecía depresión clínica y una ansiedad
permanente derivada de las relaciones sociales, normales para la mayoría pero
que el escritor se sentía forzado a tener. Estamos hablando de un hombre que
escribió: “Para escribir necesito soledad. No me refiero a soledad ´como un
ermitaño´ sino como un hombre muerto”.
Gracias la presión de editores de
vanguardia en la época, algunos de sus escritos fueron publicados en vida,
entre ellos ‘Descripción de una lucha’ (1904), ‘Contemplación’ (1912), ‘Un
artista del hambre’ (1914) y ‘La metamorfosis’ (1915) que sigue siendo su obra
más conocida. ‘El proceso’, publicada un año después de su muerte -sobre un
hombre preso sin que tenga la menor idea del crimen del que se le acusa- es la
referencia más usada de regímenes totalitarios en los que los derechos del
acusado son inexistentes.
Cada obra de Kafka tiene tantas
interpretaciones como lectores y aunque en general se consideran oscuras,
depresivas y llenas de metáforas, hay muchos que considerar inspiradora e
incluso divertida una obra que su autor consideraba una forma de oración y la
posibilidad de redención.
Franz Kafka murió en Viena en 1924 a
consecuencia de una tuberculosis que lo había aquejado durante más de una década.
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