Le elección del menos peor
Cuando buscamos café para la casa sabemos que la oferta es grande, hay café bueno que va de caro a carísimo, de mediana calidad con varios precios, café malo económico y hasta café falso combinado con garbanzo (usted sabrá si paga por eso), sin tomar en cuenta al café soluble que a mi necio entender es más azúcar que café, diría mi abuela “Café para holgazanes”. Imagine por un instante que no hay café gourmet, sólo café malo o peor, tenemos dos opciones, no beber más café o comprar cualquiera de esos malos cafés que se ofrecen, por cuál se decantaría.
De manera inmanente soy conducido a cavilar sobre la oferta política y veo una necesaria analogía con mi problema al elegir la aromática bebida, pareciera que ya no hay políticos buenos, ¿Alguna vez los hubo?, sólo veo de mediana calidad, o malos pasando por pésimos. Lo que en este país llamamos política no es ni remotamente lo que en esencia es esta ciencia que trata sobre las relaciones de poder entre personas y su entorno social para atender las necesidades de un pueblo siendo este representado por un elegido, esto en un entorno “democrático” cobraría sentido si quien resultó electo cumple con las expectativas de sus electores, lo real es que una vez en el poder, los pseudo políticos no administran al Estado para el bien de sus ciudadanos, sino que obtienen el poder para sí mismos o para el grupo que los catapultó.
En ese sentido, veo más mercadotecnia falaz que propuestas y proyectos serios para hacerle frente a los problemas de la nación, veo más la perversión de la verdad y la emanación de desprestigios hacia los rivales electorales, en este país se estudia al contrincante como se analiza a un enemigo, se busca en su pasado alguna cosa que sirva para despertar desconfianza o aversión hacia él destruyéndolo, hasta se habla en un constante rumor de que cada personaje de la vida política en nuestro amado México tiene un expediente en un enorme archivo en la capital, en este archivo de pecados se ventila lo que los contendientes le deben a la sociedad, seguro para cobrarles una vez ganen.
Así hacemos política, cumpliendo caprichos de partidos políticos, soportando imposiciones, ofreciendo al electorado lo peor de nosotros, los que siempre están, los que ya tuvieron las riendas y no hicieron nada, se merca el poder, a cambio de un escaño, una curul que representa los intereses de unos cuantos y no de quienes ejercieron el voto confiados en las promesas rotas de sus candidatos.
Con el afán de ganar salen a las calles, cargando sus banderas, usando el megáfono llamando al voto, mientras en el carro de sonido una tonada pegajosa tropical invita a la gente a confiar en la candidata o el candidato, regalan gorras, playeras, folletos, volantes, saludando a la gente para preguntarles qué les hace falta, los que cuentan con más recursos dan láminas, cemento, despensas o dinero, como siguiendo un libreto, escrito para el partido que sea, un manual de engaños y miseria. ¿Ya sabe cuál es el menos peor?
Le tengo noticias, usted no debe conformarse con la pobre oferta política de estos tiempos, sí hay políticos buenos, lo sé, he hablado con ellos, hay que sacarlos de su letargo, sacudirles el polvo y llevarlos a las urnas, solamente es cosa de decidirnos. Mientras, que siga la farsa.
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