lunes, 21 de agosto de 2017

DESDE LA FINCA

Cuando el sol se oscurece.- Bajo los calorones, todavía de la canícula, el nieto del viejo cortador lo acompaña por última vez recorriendo la melga, ya que el lunes entra de nuevo a clases y ya no podrá dedicarle las mañanas como lo hizo en vacaciones. El chiquitillo reconoce que aprendió mucho con el viejo sabio curtido por el tiempo y el trabajo, pues sabe que su conocimiento viene de la experiencia y de las vivencias en esta tierra bendita de café, naranjas y jinicuiles. Lo ve pensativo y no duda en cuestionarle el  motivo.
El parsimonioso campesino explica: “El lunes hay eclipse. Cuando yo tenía tu edad nos asustaba el cuchicheo de las mujeres y la preocupación de los hombres, se pensaba que estos fenómenos eran de malagüero y traían malas rachas. A las mujeres preñadas se les hacía que se amarraran un listón rojo en la panza para evitar que el chamaco saliera cucho. Se creía que traería tormentas, sequías o inundaciones. A los árboles frutales se les amarraba un moño rojo para que no se pasmara la fruta. A la hora de la oscurana no debías señalar la luna porque te salían verrugas o te traía mala suerte. El último que recuerdo es el de 1991, ese sí oscureció todo en esta zona por unos minutos, hasta las gallinas se fueron a dormir a medio día y las mujeres pusieron las tijeras en forma de cruz debajo de la almohada o atrás de la puerta. Había quienes quemaban palma bendita. O´ra ya entendemos más que es un fenómeno natural pero no deja de causar desconcierto y encanto”. Le explicó también que muchas culturas prehispánicas tenían el conocimiento para predecir con exactitud cuándo iban a ocurrir estos fenómenos, los cuales también eran un referente para la siembra y la agricultura en general. “Por si las dudas te echas un puño de llaves en las bolsas cuando te vayas a la escuela no sea que te valla a azonzar la luna cuando se interpone entre la Tierra y el sol”

De gastos y otras mermas.- Ya de regreso al jacal el chilpayate le comenta al abuelo que su mamá anda preocupada por la gran cantidad de gastos que hay que hacer para el regreso a clases. Que uniformes, que zapatos, que tenis, que la lista de útiles escolares, que la cuota a la sociedad de padres y que material de limpieza, que la verdá es mucho para una familia que vive del jornal. El viejo campesino sin aparentar sorpresa y con todo aplomo le explica: “Mira mijo, cierto que es un gasto al principio del año escolar, pero lo vale. Los uniformes y los zapatos te duran, si los cuidas. Las cuotas son necesarias para el mantenimiento del plantel. Aunque es obligación del gobierno, no lo hace y entonces son los padres los que han mantenido la escuela en buenas condiciones. La educación merece esfuerzo y es cierto que hacemos un sacrificio, pero será bien recompensado si tu aprovechas la educación que los maestros te frecen. Eso te corresponde a ti, no nos defraudes, échale ganas y sé un buen alumno. Tú tienes que superarte estudiando para que tengas un mejor futuro y no te quedes como nosotros, solamente a vivir del campo, que si bien es una bendición, pero a la larga se va haciendo menos redituable. Tú debes buscar nuevos horizontes pero para eso se necesita preparación”. El chiquillo solo pudo asentir con la cabeza, ya que como siempre, el viejo tenía razón.

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