lunes, 25 de septiembre de 2017

DESDE EL AULA

Sismos: de culpas y remordimientos. De causas y efectos.-

Registro  en mi memoria con mucha nitidez, los domingos a las 10 de la mañana mi madre me mandaba al catecismo en la “sala de guarda” anexa a la iglesia de mi pueblo, Bella Esperanza. La catequista llena de bondad y buena fe, pero con poco saber, “iluminada” por la cartilla del jesuita padre Jerónimo Martínez de Ripalda, sembraba en mi mente infantil, en vez de amor a Dios, profundo y reverencial temor; a más de los dogmas, repetía una y otra vez, con cierto sadismo, que los temblores de tierra los mandaba Dios como castigo por nuestros malos comportamientos.


El recuerdo irrumpe en la conciencia de mi mente, porque a raíz de los sismos que recientemente han estremecido al país, siendo tema de conversación obligada, dejan oir las más diversas voces que señalan diferentes causas a estos catastróficos movimientos telúricos. Hay opiniones coincidentes con el pensamiento de mi antigua catequista; otros sostienen que son el resultado de los ensayos nucleares realizados por Corea del Norte; algunas más afirman que son provocados por la perversidad de “grupos satánicos” que controlan no solo el orden mundial sino las fuerzas naturales; sin soslayar a quienes afirman convencidos que la causa se encuentra en el cambio climático, que a su vez se agudiza por el deterioro al medio ambiente que nuestra inconciencia provoca. Lo cierto es que los sismos que resultan del reacomodo de las capas geológicas, tienen una explicación científica que va más allá de creencias y suposiciones, creencias que pueden ser respetadas aunque no compartidas. Sin duda, la ocasión da para reflexionar sobre nuestra vulnerabilidad y para revisar prácticas y comportamientos propios.

Independientemente de las causas, los efectos de estos fenómenos naturales han sido devastadores y ponen de relieve cuando menos dos realidades:

-       La fortaleza de las instituciones del estado mexicano, pues pese a las calamidades México se encuentra de pie, mostrándose ante el mundo como lo que es, un país maravillosos del cual debemos sentirnos profundamente orgullosos, para luego estar en el ánimo de dar el extra desde nuestra trinchera, cualquiera que esta sea.
-       La fortaleza y capacidad de nuestra gente, la generosidad del pueblo que con admirable empatía se manifiesta singularmente solidario y dispuesto hasta el sacrificio. Conste, dije pueblo, no sociedad civil.


Como las moscas o por si las moscas.-

Otra de mi amigo el albañil hoy predicador. Hace algunos años dejó a su esposa. Cuan mozalbete juvenil se alejó del hogar reclamando libertad. Se buscó a otra compañera, más joven, menos agraciada, pero ardiente como un sol de canícula, decía él, mismo que con vehemencia cubría el apostolado de dar pláticas de orientación matrimonial, claro, en iglesias de pueblos aledaños.

Como era de esperarse, un día voló la paloma ardiente y mi amigo se quedó como “el perro de las dos tortas”. En esas condiciones, recibe la visita exprofeso de una de sus sobrinas que le dice: “Tío, tengo algo que decirte pero no me atrevo”. Dime lo que sea, le responde. “Es que tu chaparra anda con “fulano” el de Alborada”. Hace oír su característica carcajada para luego ponerse serio antes de decir: “No te preocupes, no me sorprende porque ella es como las moscas, los mismo le da posar sobre el estiércol que sobre un pastel”. Suelta otra escandalosa carcajada.


¿Mucha autoestima o cuestión de actitud?

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