miércoles, 20 de diciembre de 2017

Cerca del Cielo.
Por: José Ramón Flores Viveros.
La Cara Sur del Pico de Orizaba.
“Es la idea anticipada de lo que vas a hacer lo que te asusta;
no lo que vas a hacer”.

                                              Autor desconocido.


El pasado fin de semana, un grupo del Club de Exploraciones de México, sección Xalapa hicieron cumbre en el Pico de Orizaba. Hago el compromiso de citar los nombres respectivos. Con ellos subió mi hijo Carlos Ramón Flores Vega, quien gracias a Dios también hizo cumbre.

La Cara Sur del volcán más alto de México es muy extenuante, ya que su ruta es muy arenosa, hay que realizar un gran esfuerzo, pero sobre todo una gran preparación; también consiguieron encumbrar unas muchachas, que merecen todo el reconocimiento y respeto por su valor y determinación. Hay también que reconocer el gran trabajo de los guías.
Es la primera vez que mi hijo pisa la cumbre más alta de México y curiosamente también yo la primera vez que subí el Pico, fue por esta misma ruta Sur. Tenía entonces 22 años, mi hijo tiene 25. El ascenso de Ramón la verdad me causa mucho orgullo, además de que se preparó con mucho entusiasmo, dedicación y constancia. También me hizo recordar mi aventura en aquel ya lejano 1982. Recuerdo que llegué al albergue y parecía marciano, la altura me provoco mal de montaña, mi piel se comenzó pintar de verde, por los estragos de la altura en mi organismo. También comencé a vomitar sin control. Fue algo de verdad muy desagradable.
Pero aun con todos estos problemas físicos, gracias a la Virgen, logre subir con éxito. Todabia  el domingo por la noche al no tener noticias, y observando el mal tiempo que prevaleció todo el fin de semana, y sobre todo el frio tan espantoso que sufrimos esos días, tenía la plena seguridad de que no habían podido subir. Lo importante era que regresaran con bien. La montaña ahí se queda, y siempre va a existir una revancha.
El lunes pude finalmente hablar con mi hijo. Cuando me saludó, su rostro no reflejo ninguna emoción, y pensé que no habían podido subir. “Papa, me traje la cumbre del Pico”, cuando me expresó esto, todavía le pregunte dudando “¿En serio hijo, de verdad?”. Al confirmármelo, lo abrasé de verdad muy orgulloso y emocionado.

La Cara Norte del volcán, que es la que vemos desde Coatepec, está cerrada para los alpinistas, el glaciar está cristalizado, es una capa metálica de hielo, que ya provocó accidentes mortales; estos últimos días decidieron cerrarla, quién sabe qué tiempo; esta cristalización es también producto del calentamiento del planeta.
Mi hijo me platico que desde la Cruz de Hierro, pudieron observar la ruta Norte, y brilla como espejo. Esta dureza  siniestra del glaciar se convierte en una trampa mortal para los montañistas. Ignoro la verdadera causa de los alpinistas muertos, pero casi puedo tener la certeza, de que resbalaron en esta plancha de concreto helado. Además de los golpes brutales, que se sufre al caer, el piolet, que se lleva atado a la muñeca de una mano, en la violenta caída, cada golpe sobre el cuerpo del hacha, provoca lesiones de gravedad, Lo mismo los crampones, al enterrarse y palanquear las piernas, provocan fracturas y daños terribles en estas extremidades.
Gracias a Dios el grupo de mi hijo, no tuvieron ningún contratiempo. Todo salió bien.
Mi pésame sincero para la familia Libreros Romero, por el fallecimiento de la Sra. Tomasa Romero, también para la familia de mi amigo Dr. Rafael Moreno Olvera, quien falleció la semana pasada.

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