Fe, cultura y tradición.- Con este frente frío
que anuncia la llegada del invierno, el corte de café se suspende porque la
pertinaz lluvia no cesa en todo el día. Los campesinos se resguardan en sus
jacales pero aprovechan el tiempo para afilar los machetes, zurcir los tenates,
desenredar los mecates que sirven para amarrar el chipo de las lonas y los
costales, reforzar los huaraches y con cuchillo en mano, labrar la horqueta del
“charpe” de los chiquillos que utilizan para espantar los pájaros y las
ardillas. La charla ahora es alrededor del fogón que chirria en el bracero cada
vez que la señora sopla con el “aventador” las brasas de rojo brillante que se
avivan preparando el comal para “echar” las tortillas y mantener caliente la
olla de barro que contiene el aromático café.
El viejo cortador curtido por el
frío de muchos vendavales y labrado por cierzo de muchos inviernos, con el
pocillo de café en una mano y en la otra un duro bolillo que remoja, comenta
con tono de fervor: “Hay que ir a la peregrinación del doce. Hay que destinar
unos centavos para comprar las flores y cooperar pa’ la gasolina de la carcacha
del Tóbal que es la que se va a adornar con la virgencita para ir en la
peregrinación a la iglesia de Guadalupe. Es una tradición heredada desde
nuestros abuelos. Por eso tenemos buenas cosechas, porque la virgencita nos
socorre y hay que corresponderle”. El nieto escucha con atención pero más
embelesado por las tortillas que se van esponjando en el comal y hace un
comentario que le arranca un gesto de enojo a la abuela que palmea la masa:
“Abue, pero mis tíos que son evangélicos comentan que no hay que venerar
imágenes y que la historia de la guadalupana es un invento impuesto por la
iglesia para… ¡huuuyyyy!...”. El pellizco retorcido en el brazo que le propinó
la abuela, ocasionó que el chamaco no terminara con la pregunta. Sin embargo,
el abuelo la entendió, terminó su trago de café, se limpió la boca con la manga
y con voz calmada y en tono clerical, le explicó: “Mira mijo, creer en Dios o
en la Virgen o en los santos, es un acto de fe, no de razón. Hay quienes creen
y hay quienes no. Cada quien ve lo que quiere ver. Nosotros crecimos con una
educación, implantada por nuestros viejos, enriquecida con la fe, que nos llenó
de valores y que nos ha mantenido unidos y es lo que nos fortalece en las
tribulaciones. Creer en algo es una necesidad del ser humano. En todas las
culturas y en todos los tiempos ha existido creencias, dioses y religiones, y
también polémicas por lo mismo, vaya, hasta guerras se han hecho por esas
diferencias. Por eso en quien debes creer es en quien te dicte tu corazón. Tu
Dios, como le quieras llamar, está dentro de ti. Ahí debes conservarlo. Esa
será tu fortaleza. Lo demás es cultura o tradición que hay que respetar y en la
que hay que participar. Imagínate, quien no lo entiende, anda venerando hasta
la muerte como santa, hazme el favor. Sin embargo hay que ser tolerante con la
creencia delos demás. Es más hay has quienes creyeron en todo lo que dijo el “Pelón
Palacios” en su informe y otros dicen que es pura fantasía, hasta las lágrimas
que derramó y que conmovió hasta a los manifestantes, unos dicen que fueron
reales y otros que fueron falsas. Cada quien cree lo que quiere”. El chamaco solo
guardó silencio, tal vez por el dolor del pellizco, y a la abuela hasta se le
quemaron las tortillas…
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