lunes, 12 de febrero de 2018

Cerca del Cielo.

Por: José Ramón Flores Viveros.
La fe, una virtud…

De eduardo.robles - https://www.flickr.com/photos/eduardorobles/3652877510/, CC BY 2.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=9939585

Mi éxito es producto de mis fracasos.
Michael Jordán

Recuerdo que cuando estudiaba ingeniería en la Universidad Autónoma de Chiapas, viví –ya casi para terminar la carrera- como pupilo, con otros estudiantes también de la UNACH, con una linda familia, un matrimonio; Don Concho, jubilado de ferrocarriles; doña Joaquina y una de sus hijas, madre soltera con un pequeño. El departamento que ocupábamos, tenía una vista majestuosa, del volcán Tacaná, que ocupa parte de México y de Guatemala. Más de una vez Romeo, compañero de cuarto, me encontró contemplando el Tacana: Una ocasión me preguntó: “¿Qué tanto le vez al volcán?”; recuerdo que le contesté que ni yo mismo sabía por qué, pero que ejercía sobre mí un extraño sentimiento. La verdad era que cuando lo contemplaba, sobre todo en aquellas mañanas soleadas y despejadas, me provocaba un extraño y misterioso poder de seducción. Quedaba prácticamente en trance. Una noche al llegar de la escuela, Romeo platicaba con su hermana Laura, quien también era estudiante, no se habían dado cuenta de mi llegada y alcancé a escuchar, que le comentaba de mis sueños guajiros de subir el Tacaná. Lo que ella le comento, jamás lo voy a olvidar: “Para subir montañas, hay que tener fe, ya ves lo que dice la cita bíblica, y Ramón se ve que es un hombre de poca fe”. Cuando me vieron, la muchacha no sabía dónde meterse, pero le dije que no se preocupara. Pensaron que me iba a molestar, pero eso era lo último que sentí. En aquellos días -tenía 22 años- mi vida, ya había comenzado a descarrilarse, mi manera de beber cada vez era más frecuente. Mi desempeño escolar dejaba mucho que desear, por eso, lo que Laura había expresado me sacudió, me cimbró totalmente.

Se dice que somos instrumentos de Dios, él se vale de nosotros para hacernos saber sus deseos. ¿Qué era lo que esta muchacha había visto en mí, en mi comportamiento? Según yo, ni reparaba en mi presencia, pero no era así. Ya pasaron muchos años y sus palabras, siguen sin fecha de caducidad. Jamás van a perder actualidad. La fe es una virtud, claro está, junto con la preparación necesaria; sin fe, el talento en sí, no sirve de nada. Vincent Van Gogh, el único y virtuoso pintor holandés, le llevó años encontrar en sus cuadros un estilo propio, y el resultado de su fe inquebrantable, fue el manejo a placer de los colores vivos y de la luz, donde pudo plasmar y trasmitir toda su genialidad y tristeza infinita.

Cómo habría llegado el hombre a la luna sin esta fe en sí mismo y en un poder superior a él. Cuando se sube la montaña, estando en una situación de miedo, de negación absoluta, con los demonios interiores, fuera de sus jaulas y dándose un verdadero festín con uno, surge la fe como una fuerza sobrenatural, convirtiendo a ese despojo humano en un ángel. Todo se traslada en los hombros de la fe.

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