lunes, 12 de febrero de 2018

La prisa y la ilusión de separación.

Hay una necesidad urgente de llamar la atención sobre la situación precaria en la que se encuentra el planeta y, aunque la mayoría de gente con la que hablo es consciente de que es necesario cambiar el sistema, poco hacen por cambiar sus hábitos diarios de manera sustancial. Creo que al final todo se resume a dos cosas: la prisa y la ilusión de separación.

Estoy convencida de que si cada uno de nosotros observásemos con detenimiento, e incluso en meditación, cómo la interconectividad y la interdependencia es la única realidad entre el planeta y todos sus habitantes; hasta la persona más egoísta vería el beneficio en reducir el consumo y en cuidar este planeta. Creemos que merecemos más que el resto de las especies y, en el camino, destruimos el planeta, maltratamos a sus habitantes y nos destruimos a nosotros mismos.

La ilusión de separación hace que realmente estemos convencidos de que el medio ambiente es una cosa y nosotros somos otra. ¿Cómo podemos sentir compasión o ser generosos si no es porque todos formamos parte de una red que evoluciona sin cesar?

Y ahí entra la prisa. En el primer mundo si tenemos hambre comemos, si apretamos un botón se enciende la tele, si queremos hablar con alguien la tenemos a un teléfono o un click de distancia. Si por lo que sea no llevamos dinero encima y estamos lejos de casa el tener que esperar para comer nos genera sufrimiento, si las pilas del control de la tele están gastadas el simple hecho de tener que levantarnos del sofá a tocar los botones nos molesta y si alguien no responde a nuestro mensaje pronto nos estresamos.

La prisa por ver resultados inmediatos hace que nos convirtamos en negligentes en cuanto al medio ambiente se refiere. Hay tantas cosas que podemos hacer, y seguro que si estás aquí hoy leyéndome eres de los que recicla, de los que compra ropa de segunda mano, de los que participa de intercambios y de los que cierra el grifo al lavarse los dientes.

El cuidado del medio ambiente es una urgencia y lo es por nuestro comportamiento, por las pequeñas cosas que hacemos cada día y por las grandes cosas que otros hacen muy a menudo. Si seguimos actuando desde la ilusión de separación y la prisa, nuestras acciones se resumirán a hacer un poquito cuando es tarde.

El ser humano no es más importante que el resto de los seres que habitan el planeta, pero es más sabio (o debería) y tiene el poder de afectar lo que ocurre en la Tierra de una manera que ningún otro animal no humano tiene.

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