lunes, 12 de febrero de 2018

DESDE LA FINCA

Por: El Cortador

Polvo del campo y de fe.- Si algo caracteriza al campesino de esta zona, es su arraigada fe, la cual les fue heredada de sus padres y abuelos. Fe en la cosecha, fe en las lluvias, fe en la familia y en la gente; pero sobre todo, fe en Dios. Es a él al que el campesino le pide salud, le pide trabajo, le pide buena cosecha y le pide que proteja a todos de la violencia que aqueja al estado. En este invierno que tiene algunos días buenos para el corte, los cosechadores aprovechan para recolectar el café cereza que abunda en la finca, “el corte está bueno”; se apresuran a llenar los tenates antes de que se venga otro temporal que ya anunciaron por el radio. Mientras doblan las matas para jalar los granos rojos, charlan de todo. Una joven cortadora comenta que le próximo miércoles es el día del amor; alguien más agrega que el mismo día es miércoles de ceniza. Sin dejar de mover las manos que con habilidad deja en las matas el grano verde, la joven campesina lanza una pregunta directa al viejo cortador testigo de muchas cuaresmas, que carga su lona mojada por la humedad de los granos recién cortados: “Abuelo, por qué se mueve la cuaresma y qué significa el miércoles de ceniza?”… El decrépito campesino que pareciera débil, pero es más fuerte que una vara de bambú, pareciera que estaba esperando que alguien le diera la oportunidad de filosofar en medio de la finca. Sin dejar de retirar las hojas, se acomoda el tenate y con tono mesiánico empieza: “La fecha se mueve porque la Semana Santa siempre es el primer domingo después de la luna llena que sigue del equinoccio de primavera. Por eso puede caer en marzo o en abril. Ahora, el miércoles de ceniza encierra todo un simbolismo para los católicos que merece una profunda reflexión: “Polvo eres y en polvo te convertirás” se solía decir cuando te ponían la ceniza. Ese día, miles de feligreses acuden a las iglesias a recibir la imposición de la ceniza con una cruz en la frente. El cura porta en un recipiente el polvo de ceniza obtenido de quemar las palmas benditas del año anterior o las imágenes de papel de santos. Toma un poco con los dedos y marca la frente de quien acude a recibirla. Este ritual tradicional marca el inicio de la cuaresma y la vigilia. Como muchas tradiciones, la católica está llena de símbolos. El símbolo de este ritual es recordar los 40 días y cuarenta noches que Jesús pasó en el desierto, que son de preparación para la pascua o resurrección. El color púrpura que visten los curas y los adornos de la iglesia, es símbolo de humildad y penitencia de acuerdo a los códigos clericales. Tomar ceniza, para los fieles, es un símbolo de arrepentimiento y de subsanar los daños hechos durante el año. Actualmente los padres de familia ya no les inculcan a los hijos esta costumbre y se está perdiendo. Fueron valores con que creció una generación anterior. Actualmente quienes asisten a la ceniza son adultos mayores, se ven pocos niños y menos jóvenes. Ya quedan pocas familias respetuosas de estas tradiciones, del ayuno y la vigilia, la costumbre se ha ido perdiendo. Palabras como caridad y misericordia han ido quedando en el olvido”… Y ya encarrilado, aprovecha para criticar a los jóvenes cortadores que lo escuchaban con atención: “Ahora, ya del día del amor ya mejor ni hablamos, porque se ha perdido el romanticismo. Las cartas de amor, las flores, los detalles, ha sido sustituidos por lo mismo, pero digital. De serenatas, solo quedan los recuerdos, las nuevas generaciones, ni las conocieron. Ni modo, los románticos, estamos en extinción…” concluyó y siguió “cortando”…

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