lunes, 12 de marzo de 2018

DESDE LA FINCA - Por: El Cortador

Clima loco otro poco.- Ahora resulta que el invierno está cerrando con fuertes calorones que parecen de canícula. El medio día en la finca resulta extenuante porque la hierba se endurece y la tierra se calienta. Solo el agua del calabazo conserva su frescura. El sudor moja las raídas camias y apesanta los descoloridos pañuelos rojos. El sonido de la moruna al chocar con los viejos troncos de las matas de café, pareciera que es más agudo y resonante, lo que hace la poda más difícil. Los árboles en las laderas empiezan a lucir su nuevo follaje de hojas de verde tierno y finas flores que anuncian la llegada de la primavera. “Será un año de seca”, menciona uno de los campesinos mientras se empina el pesado calabazo con singular alegría. El viejo campesino añejo, el que fue curtido por las brasas del tiempo y fogueado hoguera de las tempestades, el que su sabiduría ha sido escuela de muchas generaciones, el que ha sido ejemplo de virtudes y de trabajo, el que sabe leer el cielo y traducir la naturaleza, el que aprendió de la tierra y abrevó del manantial de la intemperie; el que en lugar de beber agua del calabazo se echa un trago de aguardiente pa’ evitar la insolación, luego de toser por lo rasposo del fogonazo, se limpia la boca con la manga y con erudición dilucida: “Le hemos dado en la madre al clima. Nos quejamos de lo que nosotros mismos hemos ocasionado. Tan solo vean, los cafetales se están acabando. De los quinientos mil quintales que se producían en los años setentas, ahora solo producimos menos de cien mil. En cambio el urbanismo se ha extendido de manera implacable a lo que antes eran fincas. Cómo chingaos no va a hacer calor si seguimos tumbando miles de árboles. Se siguen autorizando cambios de uso de suelo para deforestar y construir fraccionamientos nuevos sin medir el impacto ambiental. Lo que antes era bosque de niebla, que era una verdadera fábrica de agua, ahora son cañales, potreros o nuevos asentamientos urbanos, la mayoría de ellos sin la debida planeación. Por eso el clima será más severo, la Tierra se defiende, cada vez hará más calor, lloverá más fuerte y los fríos serán más agresivos. Antes, las estaciones estaban bien definidas; ahora lo mismo hace calor en invierno, que nos cae una helada en pleno verano. Oímos por el radio que nevó en el desierto y los polos se están derritiendo. Esa chiva del cambio climático que nos sonaba a fantasía, ya es una realidad. El futuro nos está alcanzando y si no hacemos algo, veremos desaparecer bosques y fincas. Hasta la fauna se ha alterado, ya tenemos bichos que solo vivían cerca de la costa, los animales se adaptan y mutan. Los niños de ahora ya casi no conocen la niebla que antes nos arropaba por semanas. No nos sorprenda que veamos tornados o nevadas, pues el clima realmente está cambiando. Los gobiernos debería ocuparse de ello, pero los políticos no les interesa en lo más mínimo. Ahora que vienen las campañas, habría que preguntarles a los candidatos cuál es su propuesta para mitigar este problema que ya está muy avanzado, sobre todo a los que quieren legislar, pues debería haber leyes que prevengan y otras más severas que sancionen a quienes dañen el medio ambiente…” Los cámpiras que no entendieron nada, dijeron que hablaba de más por el farolazo que estaba tomando; pero los más curtidos, los que han vivido en las laderas y cañadas, guardaron silencio con preocupación, sabiendo que una vez más el viejo tenía razón y que sus palabras eran como profecías vaticinadoras, pues no se necesita ser quiromántico para dilucidar el efecto de una causa evidente…

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