lunes, 12 de marzo de 2018

CON-CIENCIA - Por: Sergio Jimarez

Cazando demonios

“No somos seres humanos teniendo una experiencia espiritual. Somos seres espirituales teniendo una experiencia humana.”
Pierre Teilhard de Chardin
 
 
Antes del nacimiento de la ciencia y posiblemente, antes de cualquier invento y descubrimiento del ser humano, existió la duda, los cuestionamientos existenciales del hombre despertaron al mismo tiempo que la razón misma; el autoconocimiento y el reconocimiento de la especie humana dentro del universo ha sido una constante en el pensamiento. ¿Qué somos? Si no una singularidad de la realidad que por un breve instante nos deja en medio de un océano físico por descubrir y al mismo tiempo un cielo espiritual por vivir. 

La espiritualidad, la religión y las creencias, proporcionan al hombre un espacio dentro de sí mismo de seguridad y paz; una guía de bondad y buenas acciones que rigen la moralidad de una sociedad cambiante en la lucha del bien contra el mal, esta constante a lo largo de la historia nos ha dado importantes lecciones.


Por definición, una posesión demoniaca ocurre cuando una persona es víctima de un ente maligno que se apodera en su conveniencia de la persona provocando daño en la víctima y en quienes lo rodean; las manifestaciones de estos hechos eran evidenciados por el comportamiento errático de la persona, ya que cambia su modo de hablar, padece ataques y se torna violento, además de su aspecto deteriorado y otros síntomas desconcertantes. Casos registrados de este tipo de sucesos han sido numerosos pero en los últimos años la ciencia (y muy particularmente la medicina) ha dado una explicación real y tratamiento a muchas personas que han sufrido padecimientos que en otros años se hubieran tomado como posesiones.

La encefalitis autoinmune es una enfermedad que se produce cuando los anticuerpos producidos por el propio sistema inmunológico, atacan los receptores NMDA que se encuentran en su mayoría en el cerebro, dando como resultado que el paciente pierda la noción de la realidad, provoca fuertes alucinaciones y un comportamiento por más incoherente; condiciones que antes pudo haber pasado como una posesión. Esta enfermedad tiene tratamiento, en un 60% los casos las personas pueden regresar a una vida normal, esto no significa que los casos restantes sí fueron posesiones reales sino que todavía el conocimiento de esta y otros variantes de la enfermedad atacan distinto y su tratamiento puede o no funcionar correctamente, pero las investigaciones siguen dando frutos y opciones a muchos padecimientos mentales. 


Además de esta enfermedad, muchas personas han experimentado en ciertas ocasiones episodios de “parálisis del sueño”, esta condición ocurre cuando una persona duerme y pierde la capacidad de control de movimiento durante un par de minutos, suele estar acompañado de una fuerte angustia, muchas veces también conlleva alucinaciones visuales u olfativas; a pesar de ser un momento espantoso, este padecimiento no afecta al organismo o mente de la persona, ya que después de un corto tiempo todo regresa a la normalidad. Hoy, la ciencia explica que este fenómeno puede ocurrir porque la persona está bajo estrés y al no descansar correctamente las neuronas trabajan sobreexcitadas provocando alguna pesadilla donde el cuerpo intenta defenderse despertando pero sólo lo logra parcialmente por lo que da una sensación de vivir algo real. Aunque esta explicación es razonable y ha sido estudiada, todavía hay mucho por descubrir para ampliar el conocimiento sobre los trastornos del sueño. 


Antiguamente se pensaba que esto ocurría porque un demonio se posaba encima de uno o que intentaba poseer el cuerpo de la persona, con el paso del tiempo fue variando su explicación y adaptándose a cada cultura, por ejemplo, aquí en México llamamos al episodio que “se sube el muerto” como una expresión de un mal caso de conceptos espirituales. 


La ciencia no tiene todas las respuestas y nunca ha sido una de sus metas, pretender que en algún momento esto pudiera ocurrir, es una posición muy aventurada, además de que el hombre no sólo es lo que ve o percibe, también está la parte de lo que siente y quiere. Busquemos las respuestas de la realidad con la ciencia y acompañemos nuestra existencia con la espiritualidad que nos dé la paz.

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