domingo, 6 de mayo de 2018

Desde la Finca



Flores, reconocimiento y cariño.- Aguaceros fuertes y sol quemante le dieron la bienvenida al mes de mayo. Luego de las fiestas de los chilpayates y de la parada de la santa cruz, los campesinos continúan las faenas en el cafetal que brilla resplandeciente y verde, como agradecido por el agua y el sol. Los arboles están floreando dándole a las laderas un matiz multicolor. Es primavera y abundan las flores. Los campesinos tienen que estar pendientes porque últimamente llega gente a cortar flores de todo tipo para ir a venderlas a la ciudad. Ellos también las protegen porque son elementales para las abejas que hacen la importante labor de polinizacion. Ciclos interminables que solo ellos entienden y que dan origen a la vida del campo. Hablando de flores, vigilan cuidosamente un manchón de flor amarilla y lirios que se dan en los jinicuiles. Unos dicen que son orquídeas. Hay que cuidarlas porque las necesitan para el 10 de mayo. Tanto para llevar a la iglesia, al panteón y a la Señora de la casa. “Abuelo, en tus tiempos cómo se celebraba el día de las madres, había que comprar regalos?... El viejo cortador de las laderas curtido por las estaciones y el jornal, sin dejar de afilar la moruna, explica: “No, aquí en el campo a la madre se le reconoce con amor y respeto. Bueno… a algunas no se les aprecia la importante labor de ser dadoras de la vida y educadores de la sociedad. Al formar a los hijos forman ciudadanos. Creo que tenemos una gran deuda con ellas. Muchos son incapaces de valorar realmente a esa criatura que es la madre. Entender que la naturaleza ha depositado en la mujer, valores extraordinarios como la ternura, el sacrificio, intuición, dulzura, comprensión, fortaleza y amor en niveles muy elevados. Esos son los valores que se necesitan para orientar sabiamente a los hijos, no en balde la naturaleza que es la misma Divinidad le ha otorgado el privilegio a la mujer de tener hijos”. Haciendo una pausa para darle un trago de agua al calabazo, continúa: “La cosa cambió cuando la mujer tuvo que salir a trabajar. Los hijos fueron educados por la tele, y ahí están las consecuencias. Tenemos generaciones descarriadas con total falta de valores. Ser Madre es la profesión que más preparación y dedicación necesita y sobre todo vocación pues llevan de la mano al futuro de la humanidad. El ser Madre es comprensión infinita y justicia bien empleada, pues de otra forma es imposible una buena educación. A veces sola sostiene su hogar, realizando los dos papeles de padre y madre, haciendo a veces sacrificios, dignos de admiración y respeto. Cuando hay una madre, hay en el hogar ese ángel que guíe a los niños o jóvenes, que les oriente en distinguir que es lo falso y lo que es real de este mundo en que vivimos. El ser Madre es poseer una pedagogía inusitada, pues al conocer los pensamientos y sentimientos de un niño, es capaz de elaborar toda una didáctica precisa, única, personalizada para el aprendizaje de los valores eternos. El ser Madre exige renuncia total a los frutos de la acción, dando como resultado algo divino, fuera de este mundo, pues eso es lo que se llama amor. En fin, el ser Madre es la tarea maravillosa de unir lo humano con lo divino. Por eso el verdadero regalo que debemos de darles es nuestro agradecimiento, nuestro reconocimiento, admiración y cariño, pues el mundo sería mejor si las escucháramos, si nos siguieran educando, formando jóvenes que andan descarriados, orientando a los adultos con la intuición sobrada que les permite prever lo que no es correcto”… Al volear a ver a los demás jornaleros que no perdieron una sola palabra, había sentimiento y algunos hasta lágrimas en los ojos. El viejo sabio se dio la vuelta y se retiró. No esperó a saber si eran por sus madres, sus esposas o sus hijas…

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