lunes, 6 de agosto de 2018

DESDE LA FINCA Por: El Cortador


De aguaceros y mitos.- Mojados hasta los huesos, los jornaleros regresan a sus jacales luego del tremendo aguacero que los sorprendió en el camino. Llovió tan fuerte que dicen que hubo árboles caídos que taparon la carretera. Aquí en las laderas también se cayeron varias ramas que no aguantaron el peso de los tenchos y lirios y se desgajaron haciendo un estruendo en la finca. Como es costumbre se taparon con hojas de plátano para medio cubrirse de la tormenta, pero no sirvió de mucho. Aunque corrieron, llegaron empapados. Ya en el rancho se refugiaron en la vieja galera que sirve de bodega en la cosecha y encendieron un anafre para medio secarse y calentarse. No tardaron en salir unos cigarros y un “quemachipo pa’ la mojada”. Momento propicio para la charla cordial y el aprendizaje. “Abuelo, cuéntanos de cuando eras joven… abuelo… abuelo…” El patriarca de las laderas, el chamán del saber; estaba como ido, absorto en la nada y ensimismado en el infinito; hasta que cayeron en la cuenta de escuchaba algo que no todos los oídos percibían. “Son tlaconetes” dijo el ingenioso hidalgo, echándose un buche de ‘cuirris’, logrando poner a todos en silencio y captando su atención. “Cada vez se escuchan menos...” todos se miraron esperando que continuara sin preguntarle y así fue: “Antiguamente había muchos mitos sobre los tlaconetes. Cuando éramos niños mi abuela nos contaba que a ellas sus abuelas les decían ‘ten cuidado si te bañas en un río o si vas al baño, porque puede haber tlaconetes que buscan el cuerpo de la mujer para anidar y reproducirse, estos solo pueden ser expulsados si le pones una bandeja con leche caliente. Por eso cuando escuchábamos el chiflido de los tlaconetes, se nos enchinaba la piel. Mi abuela Rosa quería mucho a una totola porque cuando se le pegó un tlaconete en el delantal el ave corrió a quitárselo y se lo comió; nunca la quiso matar, se murió de vieja”. Todos rieron por la ocurrencia, pero el viejo cortador, depositario de sabiduría ancestral, continúa: “Ya dije que eran mitos. Su nombre científico es Bolitoglossa platydactyla, y la palabra ‘tlaconete’ viene del náhuatl ‘tlalli’, tierra y ‘conétl’, bebé: “Bebé de la tierra”. Especie de salamandra, de largas uñas y que hace ruidos como de chillidos. Se decía que buscaban la leche de las madres, cuando amamantaban”. Sorprendidos pero contentos, los campesinos disfrutan de los relatos y ya casi secos y medios incróspidos, ni cuenta se daban que ya había anochecido y tenían que retirarse.  Pero la magia contenida en el relato, hacía que nadie se animara a despedirse. El viejo sabio se levanta con dificultad y medio tambaleándose continúa: “Esas creencias de que puede meterse dentro de tus esfínteres, hasta que son venenosos y otros factores como la contaminación, el cambio climático, deforestación, cambio de uso de suelo y muchos factores más, ocasionan que se encuentre en peligro de extinción. Pero son parte de los seres vivos con los que compartimos el planeta y tiene importante función. Su actividad es nocturna y se alimentan de pequeños invertebrados como cochinillas, lombrices de tierra, grillos y otros insectos. Y si vamos a lo más complejo, su disminución es indicador del declive en la calidad de vida del planeta, el balance de la tierra se ha afectado, se observa degradación ambiental global severa por los daños que hemos provocado, que incluso podría ser una alerta acerca de inminentes peligros”. Ya retirándose, haciendo eses, se le escuchó decir: “Vámonos, si no mañana vamos a estar como tlaconetes con sal…”

No hay comentarios.:

Publicar un comentario