lunes, 6 de agosto de 2018

Cafeteando Por: A. Emilio Polanco Servín

LA HISTORIA DE LOS MUERTOS VIVOS

Seguramente en Coatepec y la región, habrá gente que recuerde aquellos personajes a quienes apodaban “LOS MUERTOS”. Pues bien, ellos eran los señores Horacio y Salvador Guiot Galván, a quienes con todo respeto me referiré.
   
Horacio era el mayor, Salvador el menor, provenían de la familia integrada por Don Luis Guiot (Francés) y Doña María Luisa Galván; sus hijos fueron los ya mencionados y además Enriqueta, Luis, Guadalupe y otras más.
   
Lo interesante en este relato es que los dichos “Muertos” eran muy especiales pues no les gustaba el trabajo y al respecto decían: “negocio que no da para levantarse a las 12 del día no es negocio”.
   
Y en ello aparecía su filosofía de vivir, sí, pero vivir gozando la vida, sobretodo en el  juego de las barajas, ya sea española o americana en lo cual eran unos verdaderos Maestros.
  
Siempre cargaban con su tapete verde, que era un paño ya marcado con separaciones para jugar a los albures y ellos eran la banca ya que decían: “De enero a enero, el dinero es del banquero”; esto es que siempre habrían de ganar como sucedía en la mayoría de las veces; sin embargo, algo sucedió que un día.
  
En las puentes Veracruz, frente a la fábrica de Hilados y Tejidos “LA PURÍSIMA”  los muertos Guiot, empezaron a perder y así siguió toda la jugada hasta que se quedaron sin dinero y por querer recuperarse, pidieron prestado y acabaron perdiendo la suma de $2.800 pesos y al pretender irse, los apostadores se los impidieron por lo que tuvo que quedarse uno de ellos (Salvador) para que el otro fuera por el dinero y pagaran.
  
Pues bien Horacio  llego a su casa, meditó por dos o tres horas, pues no podía decirle nada de lo ocurrido a su padre Don Luis (el francés) quien tenía mal genio, resolviendo que la solución era llevar la recua de 12 mulas que había en el traspatio de su casa (la de 8 corredores) que tenían un gran valor en esos tiempos para pagar con ellas la deuda y así recobrar a su hermano Salvador.
   
Hecho el cambio de las mulas por Salvador, la vida de los muertos tuvo que enfrentar el coraje que le hicieron pasar a Don Luis, pero al fin y al cabo como en todos los casos, el hecho se olvidó con el paso de los días.
   
Y como dice el dicho: “Los muertos” no entendieron la lección y “vuelta la burra al trigo” ahí los tiene nuevamente jugando.
     
Para el caso del póker, pues grababan la baraja y para jugar había otras trampas, la cuestión era no perder, si no ganar y aunque los conocían muy bien el gusto por jugar hacia que siempre tuvieran clientes.
    
Bueno así pues, Su vida siempre fue el juego hasta su verdadera muerte.
  
Dejamos en el tintero las muchas aventuras de la vida de los muertos.
  
La familia Guiot de referencia, con ese apellido poco frecuente, proviene de Francia pero también los hubo en Barcelona y Tarragona; su emblema se ve así:


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