lunes, 17 de septiembre de 2018

DESDE LA FINCA - Por: El Cortador

De estaciones y patriotismo.- Las noticas que suenan en el viejo radio que ambienta la jornada de trabajo, insiste sobre la temporada de huracanes. En la finca se percibe un notable cambio de clima pues empieza a amanecer más tarde, hay mucha humedad y es temporada de lluvias que llegan sin avisar y se convierten en fuertes aguaceros que hacen correr a los jornaleros. No tarda iniciar la pepena en las zonas más bajas donde las matas están cargadas de café que empieza a tornarse rojizo. La tercera estación del año se anuncia con cierzos fríos que hacen que las madrugadas se vean nubladas y brillantes. El rocío de la mañana dificulta el chapeo y humedece la ropa. Pero el ánimo de los campesinos aumenta entre más se acerca la cosecha. Los años los hacen verdaderos maestros en el mantenimiento de las fincas, en el clima y en el aprovechamiento de todos los recursos naturales que esta pródiga región provee. El radio también hace referencia al desfile del domingo con motivo de las fiestas patrias. “Abuelo, ¿en tus tiempos desfilaban como ahora”? Pregunta un joven campesino al viejo sabio curtido por muchos equinoccios. El jerarca de las laderas, con cierto tono de melancolía, responde: “Sí. En la escuela había una materia de civismo que inculcaba el respeto a los símbolos patrios y promovía el amor a la patria. Los libros de texto hacían de los valores cívicos el credo de los ciudadanos. Pero los han cambiado. A raíz del movimiento del 68, que por cierto se cumplirán cincuenta años en octubre, cambió la educación en México. Quitaron materias y cancelaron fechas importantes. Los gobiernos han entregado al extranjero lo que era de la nación y que costó vidas. Le han dado en la madre a las tres revoluciones: la Independencia, la Reforma y la Revolución. Vean nomás, han privatizado y permitido la entrada de firmas extranjeras en el petróleo, la electricidad, los minerales y hasta del agua. Ahora los curas participan en política y lo que era el ejido ahora ya se puede vender. Hacen falta patriotas que defiendan nuestra soberanía”… Hace una pausa para abrir un jinicuil y saborear con singular alegría el dulce y blanco algodón que hay en el interior de la tosca vaina. Escupe las verdes semillas y continúa: “En el desfile de los niños Héroes donde participaron los niños del Kínder, los necios ambulantes empañaron la celebración con dizque una huelga de hambre y nadie los atendió para quitarlos. Ya los deben de poner en orden, son irrespetuosos, ya les ofrecieron un lugar digno pero siguen de tercos que quieren otro, no tiene ni derecho ni razón porque los acostumbraron al enfrentamiento y al chantaje. Quieren que los quiten con la fuerza pública para argumentar violación a sus derechos. Ya los deben correr o meter a la cárcel. Cómo le fallan al alcalde sus funcionarios”. No sorprende a los cámpiras que vaya de un tema a otro, es su estilo y apenas le dan chance, el zar de las laderas vierte conocimiento y sabiduría, por eso lo consultan y lo retan; a sus casi nueve décadas ha vivido de todo, tiene excelente memoria y aprendió el hábito de leer, pero su sabiduría viene de la observación, el análisis y el sentido común. Es un filósofo empírico que ha comprendido los ciclos del universo. Como vio que todos esperaban que continuara, con solemnidad diserta: “Ya vienen las fiestas de San Jerónimo, la próxima les explico su simbolismo, no se limita a ser el traductor de la vulgata, sino fue todo un virtuoso ascético cuyo león representa el poder de la palabra. Demuestra que la virtud y el poder no están peleados, pero será la siguiente charla, por ahora pónganse a trabajar, que no les pagan por hacerse pendejos”…

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