lunes, 8 de octubre de 2018

DESDE LA FINCA - Por: El Cortador


De encuentros y conquistas.- Octubre es un mes luminoso, el de las lunas más bellas, el del cambio de horario, el de la víspera de Todos Santos. Fresco y húmedo, lluvioso y cálido. Las fincas brillan con un verde de diversos tonos, entre el oscuro de sus hojas y el olivo de los granos cerezas que cada vez se ven más claros tirándole a amarillo o naranja encaminados al rojo encendido. Mientras no se suelte el aguacero, el clima es perfecto para las matas de café y para quienes las cuidan. De camino al jornal, todavía con residuos de la noche, a paso de ligero los campesinos van cantando algunos, otros chiflando y otros más platicando. Llegando a la finca de inmediato se disponen a entrarle de lleno al surco. Machete en mano inician su rítmica y sonora faena. La charla continua y las expresiones imperativas se enfatizan con un rudo machetazo. El viejo y desentonado radio menciona el Día de la Raza y que el 12 de octubre se celebra el descubrimiento de América. Sin que nadie le preguntara nada, pues estaban más atentos a la canción que sonaba y tarareaban, el viejo tlatoani de las laderas, el soberano de los cafetales curtido por muchas lunas llenas, inicia un soliloquio que acaparó la atención de los compas que lo alcanzaban a escuchar: “Pa’ qué elucubrar sobre si fue buena o mala la conquista. Finalmente hablamos español y somos católicos porque heredamos esa cultura. Que si la impusieron a sangre y fuego, pues ni modo, no nos tocó a nosotros y llevamos cinco siglos de sincretismo. Debemos ocuparnos del aquí y del ahora”. Uno de ellos que lo escuchaba con atención, siempre atento a su sabiduría, aprovecha para picarle la cresta: “pero la religión católica nos ha mantenido unidos en la fe”. A lo que el monarca de las laderas moldeado en la fragua del trabajo rudo, pelando un plátano guineo, contesta: “Cierto que nos ha formado en valores, aunque a lo largo de los siglos la religión ha sido desvirtuada e interpretada a conveniencia de clero y del poder. Sirvió para someter a los naturales, le llamaron ‘conquista espiritual’, pues aprovecharon la necesidad de creer en algo y utilizaron sabiamente la ignorancia para imponer el miedo y la culpa. Nos impusieron conductas. Pero bueno ese es otro tema”. Un joven campesino, ávido de conocimiento y movido por la inexperiencia, le pregunta al viejo preceptor de las cañadas: “Abuelo, pero entonces, ¿en qué debemos creer…? A lo que el cenobita pragmático, con profunda reflexión, en tono monástico, responde: “En lo que te dicte tu conciencia. La vida es una gran escuela donde aprendes lo que debes. El universo es el libro donde está la sabiduría. Ve la naturaleza, si observas con detenimiento, encontrarás grandes enseñanzas. Observa la finca. Si sabes interpretar, verás vida, equilibrio, fortaleza, desarrollo, raíces, abundancia, evolución. Todo obedece a un poder superior que se llama… como tú quieras. Cierra tus ojos y ve hacia arriba con amor y emoción, verás una luz que te ilumina, habla con ella, consúltale la decisión que quieras tomar y verás que encontraras respuesta. Nunca te dará un mal consejo ni se equivocará. Confía en ella. En el ‘Yo Soy’ está la clave. En tu interior está la verdad y la vida, solo tienes que creer en ti. Y de ahí se deriva lo que eres. Lo demás es complementario, depende de la formación que te hayan dado y de cómo aprendiste a afrontar tu realidad. Sabrás asumir la misión que la vida te ha encomendado y sabrás cumplirla con responsabilidad y amor. Ah, y agradece el milagro de estar aquí…” Era el mejor sermón de la loma que habían escuchado. Real, sincero, profundo. Sin comentar nada, todos continuaron su labor, pero con una iluminación interior que les daba satisfacción en lo que hacían y pareciera que hasta la finca lo percibía…


____________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

Actividades CMAS Coatepec

No hay comentarios.:

Publicar un comentario