lunes, 19 de noviembre de 2018

DESDE EL AULA - Por: Prof. Julio Hernández Ramírez


“Lo único que permanece es el cambio”.- Heráclito

Desde la antigüedad, Heráclito, Filósofo griego, sentenció que todo se encuentra en un proceso de transformación constante y acuñó el axioma de que: “Lo único permanente es el cambio”.

A diferencia de otras épocas en que los cambios se desarrollaban con cierta lentitud, en la actualidad se presentan de manera vertiginosa y si no se tiene la capacidad de adaptabilidad, si no se mantiene la mente abierta y flexible, si no se rompen paradigmas y abandona la ortodoxia, si no se libera la imaginación y se estimula la creatividad, si no se enfrentan las circunstancias con coraje y decisión, si no soltamos las amarras que nos atan al pasado, tendremos que resignarnos en quedarnos a la zaga, atrapados en un drama sin posibilidad de interactuar con éxito a una realidad de suyo cambiante.

Abundantes son los ejemplos, me refiero solo a uno por la importancia que reviste y por ser un tema que me ha ocupado ya en otras ocasiones: La forma en que se educa a niños y jóvenes tanto en el ámbito de familia como social. Estudios demuestran que a mediados del siglo pasado los problemas de conducta que presentaban alumnos de escuelas públicas, eran: hablar a destiempo, mascar chicle, deshacer la fila, tirar basura, básicamente. En el lumbral del siglo corriente, los problemas ya eran: drogas, alcohol, violencia, suicidios, embarazos en adolescentes, entre otros de igual gravedad y lo más lamentable es empecinarse en ofrecer la misma escuela para un alumno totalmente diferente. Este es el drama de la educación en México y que subyace prácticamente en todos los modelos; en el actual, suprimir asignaturas tan importantes como la Ética resulta un contrasentido. Similar situación acontece dentro de las familias, se reproducen patrones que ya no se corresponden con la realidad de la niñez y juventud hoy, realidad que reclama con urgencia la formación en valores y principios del orden espiritual, amen de los elementos cognoscitivos.

Lo he dicho, la esperanza está en los niños y jóvenes y ello depende de los cuidados que les prodiguemos. El futuro de cualquier nación está en la educación y no es casual que los países con los más altos niveles de desarrollo son aquellos que tienen los sistemas educativos más exitosos. La educación debe ser una responsabilidad compartida que inicia en el hogar y se complementa en la escuela y sociedad, en ella los medios de comunicación juegan un rol importante; sin duda las instituciones religiosas tienen mucho que aportar en tema tan delicado a condición que se aparten de los fanatismos y prejuicios.

En un mundo tan convulso, una dosis de romanticismo para liberar la imaginación y perseguir los sueños resulta indispensable para triunfar, humanizarnos y acercarnos al ideal último de la felicidad.

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