domingo, 20 de enero de 2019

José Alfredo Jiménez - Por: Akin Salver


José Alfredo Jiménez Sandoval, nació en Dolores Hidalgo, Guanajuato, el 19 de enero de 1926; fue cantante y compositor, dotado de una extraordinaria fecundidad creativa. Uno de los más destacados representantes de la canción ranchera. 

Siendo niño se trasladó con su familia a la capital de la República y a los 14 años compuso su primera canción. Pese a demostrar tempranamente su talento innato para la composición, el éxito tardó en sonreírle. Durante su juventud ejerció los más variados oficios, desde futbolista, hasta de camarero en un restaurante en el que haría amistad con el hijo del dueño, a la sazón guitarrista del trío Los Rebeldes.

En 1948, acompañado por el trío Los Rebeldes, José Alfredo Jiménez cantó por vez primera en la radio. Pero no fue hasta 1950 que comenzó a ganar celebridad gracias a su canción “Yo” (grabada por Andrés Huesca y sus Costeños), que sería el primer título de una larga lista de éxitos.

Comenzó así una fructífera carrera que lo convirtió en el más destacado compositor de canciones rancheras en México; los mejores cantantes e intérpretes se disputaban sus temas para incluirlos en su repertorio. Sus melodías fueron interpretadas por Jorge Negrete, Pedro Infante, Miguel Aceves Mejía, Lola Beltrán, Javier Solís y María Dolores Pradera, entre otros. Entre sus canciones, están: ‘El Rey’, ‘No me amenaces’, ‘Amanecí en tus brazos’, ‘Paloma querida’, ‘Caminos de Guanajuato’, ‘Caballo blanco’ y ‘Un mundo raro’.

El éxito como compositor y cantante llevó a José Alfredo Jiménez a una frenética actividad profesional. Además de dar sus recitales y conciertos, trabajó en el teatro, en la televisión y en la radio, tanto en México como en el extranjero. En el cine alcanzó gran popularidad gracias a cintas como ‘Martín Corona’ (1950), Póquer de ases’ (1952), ‘Guitarras de medianoche’ (1958) y ‘La feria de San Marcos’ (1958).

La música de José Alfredo Jiménez arraigó profundamente en el gusto popular mexicano. Sus composiciones adquirieron una enorme popularidad gracias a la belleza y simplicidad de sus letras y melodías y a la expresión sincera y directa de sentimientos con los que el público podía sentirse fácilmente identificado. 

Verdaderamente el compositor supo plasmar, con realismo y emoción, el amor y el desamor, la nostalgia por la vida campesina, y, en definitiva, toda la gama de los sentimientos humanos, incluyendo el odio, la rabia o el desengaño, así como la ternura y magia que extraía a menudo de cualquier escena en apariencia insignificante de la vida cotidiana.

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