El planeta tierra está habitado por millones de seres vivos, la diversidad de especies de plantas y animales es tan basta que podemos conocer una nueva criatura al día y no nos alcanzaría la vida para terminar. Existen muchos tipos de animales que a su vez tienen diferentes especies, al mismo tiempo forman familias y se clasifican por orden y género, la ciencia encargada de hacer todo esto es la taxonomía. Para el caso del ser humano, su clasificación lo ubica dentro de los vertebrados y mamíferos, en la familia de los homínidos, en este punto se acompaña de otros animales cercanos como los chimpancés y gorilas; y aunque extintos ya, había una clasificación más donde el humano se localizaba con otros parientes cercanos como el australopithecus. Actualmente el homo sapiens permanece solo al final de esta rama taxonómica.
Sin embargo, ¿qué tan diferentes somos de otras especies? Sabemos que somos vertebrados como un caballo o una vaca pero también mamíferos como un elefante. El hombre como un ser social muestra características similares con especies aún más lejanas, por ejemplo, la organización y jerarquía de las hormigas en algunos casos es similar a lo que hacemos nosotros.
Sin duda el animal más parecido al humano es el chimpancé, y es que genéticamente estamos relacionados hasta un 98%, significa que sólo una mínima diferencia es lo que nos hace tan distintos. Como especie no somos los únicos animales que participan en la guerra, la política y la investigación médica. Los chimpancés han sido reconocidos por hacer esto también.
Tras 30 años observando a los chimpancés en Tanzania, la científica Jane Goodall (una de las más famosas investigadoras de la vida de los chimpancés) fue testigo de cómo dos grupos rivales de chimpancés sistemáticamente se acecharon y se mataron entre sí. Lo que más le asombró en este conflicto, en el que más de diez adultos y todos los jóvenes perdieron la vida, fue el profesionalismo: al parecer, los guerreros que realizaban un ataque o se preparaban para una emboscada se trasladaban a través del bosque en una sola fila, con el pelo erizado de miedo.
Entre otras cosas, los chimpancés han aprendido a usar las ramitas como “sandalias” para proteger sus pies de las espinas.
Como un rasgo de psicología se tiene la referencia de que un chimpancé llamado Faben tenía un hermano llamado Figan. Cuando Faben desapareció, Figan comenzó a imitar el comportamiento y el lenguaje corporal de su hermano desaparecido para persuadir a otros de que sus personalidades eran parecidas. Faben consiguió el liderazgo de su grupo y lo sostuvo durante diez años. Manifiestan temor y asombro realizando una danza ritual frente a una cascada, aparentemente exhibiendo emociones.
Algunos chimpancés se tragan las hojas de Aspilia, una planta que alivia los dolores estomacales y mata a los parásitos internos, esto puede ser nuestra herbolaria para chimpancés. También usan hojas de hierba espesa y las introducen en los nidos de las termitas para engañar a los insectos.
Se tiene también conocimiento de un amplio uso de lenguaje no verbal y aunque no es necesariamente hablar, su comunicación es muy efectiva entre ellos tal y como lo hacemos nosotros. No nos tocará ver cuál es el siguiente paso en la evolución de los primates, las líneas de transformación a veces son muy caprichosas pero lo más preocupante es que si nosotros, los seres humanos que ostentamos el puesto de la especie más evolucionada, dejemos que otras especies puedan, por lo menos, vivir sin riesgo a extinguirse.
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