martes, 5 de febrero de 2019

DESDE EL AULA - Por: Prof. Julio Hernández Ramírez

De casualidades, coincidencias y lealtades.-

En los albores del ruido laboral como docente, llegué a la zona escolar de Tierra Blanca, Ver., como suceden muchas cosas, por casualidad. En otra coincidencia resultó ser que el supervisor escolar, era un compañero de la Escuela Normal Veracruzana “Enrique C. Rébsamen”, y en tal consideración me invita colaborar con él, en una especie de coordinador técnico, responsabilidad que me permite conocer e interactuar con muchos maestros y percatarme de los celos y conflictos inter sindicales, que por su naturaleza, inciden de manera negativa en el servicio educativo.

Estalla un conflicto en la escuela primara “Francisco Gonzales”, ubicada en una colina de Tierra Blanca que se prolonga por semanas y en el cual se involucran, la Directora, el personal docente, los sindicatos y padres de familias; se agudiza de tal manera que los conatos de violencia eran reales y parecían no encontrarse canales de comunicación que permitieran atemperar las diferencias como premisa de solución.

Una tarde, me encontraba en la oficina cuando, sorpresivamente llega el Subdirector de supervisión escolar, que era un funcionario con muchas competencias, amplios márgenes de maniobra, y sobre todo, conocedor del tema educativo, lo que ahora se añora. Pregunta por el titular de la supervisión, le informo que no se encuentra, tratamos de localizarlo, sin éxito. Me dice que estaba convocada una reunión en la escuela en conflicto y que en ausencia del supervisor me instruía que yo la condujera. Desde luego me rehúso y argumento mi negativa, pero la respuesta fue lacónica: es una orden. 

No puedo afirmar que haya sido por mi intervención, pero esa noche se tomaron los acuerdos que ponían fin al conflicto. Cuando doy parte al subdirector sobre el resultado de la reunión, me dice: “ya viste como eras tú quien debía ir. Si yo hubiera ido y no se resuelve, la siguiente instancia era muy superior, pero si no se hubiese resuelto contigo, quedaba a salvo la instancia que yo represento y tendremos el pulso de las partes sensibles del problema. Aprende esto”; me dijo con un dejo de satisfacción. 

Al día siguiente me cita en sus oficinas en Xalapa, y para mi sorpresa me ofrece el cargo de supervisor escolar. Le dije que lo agradecía pero no podía aceptarlo, porque el supervisor en funciones era quien me había invitado a colaborar y me resultaba desleal aceptar la responsabilidad que él tenía. De cualquier manera se va, dijo, pero si no quieres en tierra blanca, te propongo la supervisión de Piedras Negras. Con generosidad manifiesta me concedió un espacio para pensar y decidir. 
Lo consulté con quienes eran los líderes indiscutibles y reales del sindicato. La dama me dijo que podía aceptarlo a condición de que siguiera formando parte de la organización. El caballero, categórico me dijo: “tu vocación es sindical, no acepte”; al tiempo hice carrera en la institución sindical. Circunstancias de la vida. Lección que enseña el valor de la amistad y de la lealtad. Al final del día, al que bien actúa, bien le va, aunque de momento parezca lo contrario.


Y, cuando despertó, el monstruo estaba ahí

Por más que se diga. Estrategia fallida, falta de abastecimiento que paraliza pero no se normaliza. Estallamiento de huelgas en la zona fronteriza. Descalificación de firmas que califican… a la baja. Explicaciones que dan risa. Occidente estrangulado por obstrucción de vías, fanatismos exacerbados. Un despertar y ver que el monstruo está ahí… desafiante, reacio a consentir, actuando impune al margen del estado de derecho.  

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