martes, 5 de febrero de 2019

DESDE LA FINCA Por: El Cortador

Cosecha, luz y candelas.- El clima en estos días en la finca, ha sido generoso; si bien el invierno ha sido frío, también ha permitido a los cortadores de café, realizar su actividad sin mayores contratiempos. Es media cosecha y la producción es bastante buena. El precio no ha sido el esperado pero se compensa con la abundancia. De noviembre a marzo son las vacas gordas para los campesinos que ven un repunte en su economía. No obstante que la zona apenas se recupera del ataque a las fincas de la enfermedad de la Roya que afectó a la región desde hace 4 años golpeando el volumen de las exportaciones, hay optimismo de los dueños de los cafetales, pues de las 135 mil hectáreas de superficie cultivadas de café en Veracruz, ya quedan menos, ya que algunos los han convertido en cañales, y lo peor, en fraccionamientos; y de los 90 mil productores que había hace diez años, se han disminuido significativamente. Pero mientras haya fe y optimismo, seguirá habiendo café que es la base de la economía de la región. Los cortadores mantienen su entusiasmo y trabajan con alegría. Ya regresan del jornal del sábado y entre veredas rodeadas de platanales, chalahuites y naranjos, bromean amenamente conminando al viejo sabio de las laderas curtido por muchos inviernos, que les platique cómo le fue en la fiesta de Teocelo. Sin embargo el vetusto venerable de los montes, solo se limita a decir: “Tengo prisa, me espera a comer el Matías”. Por lo que llegando al pueblo se despide al llegar a su jacal donde lo espera el Mati para compartir la mesa que ya está lista. Le prometió platicarle de la fiesta de la Candelaria mientras comen. La abuela les sirve tortas de gasparitos, arroz blanco y unos tamales de ejote con pipián que degustan con singular alegría. Un jarro de café negro complementa las viandas. Antes de explicarle que el dos de febrero son los cuarenta días del nacimiento de Jesús de Nazaret, el viejo erudito del conocimiento pragmático, conmina al chamaco a que aprenda a comer de todo, sobre todo lo que se prepara en casa: “Ten cuidado con lo que comes en otro lado, porque pareciera que con la comida elaborada, esa que llamamos chatarra, nos están sembrando enfermedades. En la ciudad abunda la gente enferma, gorda y achacosa, pues muchos de los alimentos contienen sustancias nuevas y desconocidas que enferman el organismo. Al pollo lo engordan en cuatro semanas, los huevos están llenos de hormonas, la leche ya no es leche y muchos productos están llenos de químicos”.  El nieto de siete años le pregunta si lo va a llevar a la fiesta de Cosautlán, con lo que el sabio abuelo dueño de sapiencia y de memoria enciclopédica, entra en materia: “Mira hijo, esta fiesta es en honor a la ‘Virgen de la Candelaria’ cuyo nombre viene de las candelas o de candelero, que hace referencia a la luz santa que guía al buen camino, la salvación e intensifica la fe. Y también este día es cuando finaliza el periodo navideño, una vez que han pasado 40 días después de haber festejado la navidad. Este evento es resultado del sincretismo de dos culturas y religiones: la católica, que remite a cuando la Virgen María llevó al niño Jesús al templo, y la prehispánica, que establecía que se debían llevar mazorcas de maíz cuando se rendía culto a Tláloc, que derramaba su lluvia sobre la tierra, asegurando así buenas cosechas. Esta fiesta se conoce y se celebra con diferentes nombres: La presentación del Señor en el templo, La fiesta de las Candelas o Fiesta de la Luz; es así como surge el nombre de la Candelaria… Y claro que vamos a Cosautlán, allá nos espera mi ahijado Filemón, donde siempre nos convida con abundante comida, sin faltar un aguardiente cosauteco hecho en los trapiches y un buen café de olla endulzado con panela...”

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