lunes, 4 de marzo de 2019

EXPRESSO CORTADO - Por Gilberto Medina Casillas

Lo normal y lo patológico.
(Segunda de dos partes)

Hay un número considerable de cosas sensatas que se van trasmitiendo de padres a hijos, que ha ido tejiendo una sólida base de conocimiento para el sentido común. Constituye un acervo y es, además, un muy socorrido recurso educativo. 

Muchos aprendimos que la casualidad, sea lo que esto fuere, es un componente aleatorio que tiene impacto en nuestra visión del mundo, aunque aparentemente lo contradice, está muy del lado de la creencia en la fatalidad del destino. 

Como ejemplo de este desatino, se dice que alguien hizo algo por casualidad o “de chiripa”, prima hermana de la casualidad, aduciendo que lo hizo “como el burro que tocó la flauta”.

También nos quisieron enseñar que detrás de todos los telones con que se viste la realidad, hay un trasfondo, donde el destino, con su pluma inexorable, ha escrito nuestra ruta y nuestra fatalidad, porque “matrimonio y mortaja, del cielo baja”.

El mismo asunto, pero con una connotación católica delirante: “Ni la hoja del árbol se mueve, sin la voluntad de Dios”. Esta doble negación se vuelve una afirmación exagerada. Lo interesante es que debajo de la imponente figura del altísimo, que ha sido citado, está la fatalidad del destino.

Basten estos tres enfoques para mostrar cómo se va construyendo una parte importante de las habilidades cognitivas de los seres humanos, desde niños.  Quienes permanecen debajo de esta bóveda llena de ecos que se repiten incesantemente: “El que no oye consejo no llega a viejo “.
Es así. Ahora, en una dimensión mayor, ustedes imaginen la cantidad de información preconcebida que maneja una persona.

A partir de este gran bagaje, que constituye su saber, es como las sociedades del mundo entienden lo que es normal. Entonces lo que no es normal es considerado anormal, incorrecto, defectuoso, anómalo, inadecuado, desviado, es tenido como algo enfermo, lo que no es normal es, pues, patológico. ‘Lo patológico es incorrecto, nace de un desequilibrio que debe ser combatido, dado que es intrínsecamente pernicioso’.

Esta manera de pensar, ha traído miseria y ruina al ser humano. Porque si no es normal, no va de acuerdo a mis estándares empíricos acotados por el sentido común y las costumbres de mi pueblo, entonces es patológico.

¿Puedes pensar, amigo lector, en un ejemplo de exterminio humano, fundado en la etiquetación de personas como patológicas, según la lógica implicada?

Aplicar un rasante (la misma medida) a toda la población no es solamente injusto, sino que conlleva la discriminación, el esclavismo, la guerra, el genocidio.

Si seguimos por ese camino, la confusión y pésima distinción entre lo normal y lo patológico, terminará por destruir a la raza humana.

Nota:
En el contexto de la ciencia médica, la patología es la parte de la medicina que estudia el origen de las enfermedades humanas.  Cosa que nada tiene qué ver con este artículo.

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