En el marco del Día Internacional de la Mujer, a celebrarse el día 8 de marzo, valen algunas reflexiones. En el devenir histórico y en las diversas culturas del orbe, literatos, escultores y pintores han creado portentosas obras sobre tan maravilloso ser. Imaginaciones desatadas, ingeniosas metáforas, adjetivos hasta el infinito, angustias, anhelos, amores y desamores, todo y más resulta poco para referirse a la culminación de la creación divina, a lo más bello que puede existir.
Nada más alejado de la verdad que la desafortunada frase de “sexo débil”, por el contrario en el día a día se constata la fortaleza formidable de la mujer. La historia registra cómo en las guerras y otras calamidades el heroísmo de la mujer llega hasta el sacrificio.
En lo inmediato, en el entorno de familia, representa la columna que soporta la estabilidad. Se desdoblan para ocuparse en mil tareas que pocas veces se les reconocen. Maestras en el arte de hacer más con menos. En caso de infortunio están ahí, dándolo todo, se les va la vida en una lucha por los suyos que son otros.
La gratitud y la justicia para con ellas siguen siendo asignaturas pendientes de acreditar. Muchas son las injusticias, los agravios y los oprobios. Discriminación, segregación, trato desigual, falta de reconocimiento, humillación y abusos, han sufrido desde siempre. Su lucha no ha sido fácil, la libran con perseverancia y poco a poco su razón se va imponiendo sobre la sinrazón. Los avances en materias de igualdad si bien son importantes aun resultan insuficientes, han ido conquistando espacios en diferentes terrenos, pero aun no encuentran el piso parejo y para vergüenza de todos, los índices de violencia contra ellas siguen siendo preocupantes, se da en el hogar, en el ámbito laboral, en el transporte y espacios públicos, hasta en los ejercicios de gobierno. Parece no haber lugar para la seguridad y el respeto.
Hay un tema que amerita atención: cada día es mayor el número de mujeres que se incorporan al mercado laboral, muchas de ellas son madres solteras que realizan la difícil tarea de ser padre y madre a la vez, mujeres resueltas y valientes con una enorme necesidad de contar con un espacio seguro donde dejar a sus hijos mientras salen a buscar el sustento diario. El programa de guardarías instituido por el gobierno federal respondía en mucho a esta necesidad, sus bondades le valieron incluso el reconocimiento internacional. Es pregunta: ¿No representa acaso un acto de violencia institucional contra las mujeres el que el gobierno actual haya cancelado el programa de guarderías infantiles? Si se daba abusos en el ejercicio de presupuesto y asignación de las guarderías, lo obligado en un marco de legalidad era poner fin a esos abusos.
En ese contexto, recuerdo la recomendación de un viejo amigo: “Ante la falta de creatividad, tengamos cuando menos la humildad de reconocer e imitar lo bien hecho por otros”. Felicidades a todas las mujeres.
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