lunes, 20 de mayo de 2019
DESDE LA FINCA - Por: El Cortador
De lluvias y tragedias.- El verdor de lomas y laderas brilla en miles de tonalidades. Luego de los fuertes calores, justamente el día de San Isidro labrador, llegaron las lluvias. Y llegaron con ganas y entusiasmo. Los fuertes aguaceros refrescaron y nutrieron la exuberante vegetación de la zona, reconociendo los ciclos estacionales. Los ríos se estaban secando en algunas partes y en otras se veían notablemente disminuidos. Las lluvias vuelven a revitalizarlos. Hasta un poco de granizo cayó en algunas zonas y también se dejaron sentir fuertes truenos y relámpagos. Se esperaba con ansiedad. Los cafetales en floración recibieron el agua como bendición. Ya ha iniciado la temporada de ciclones. Los campesinos comentan las festividades del patrono de los agricultores, pues a algunos les fue muy bien. Los que fueron a Campo Viejo les tocó la barbacoa. Otros fueron a Pacho Nuevo, donde abundó el mole. “Tú a dónde fuiste abuelo” le preguntan al sabio anciano curtido por las tormentas y por las sequías. Visiblemente cabizbajo, con expresión de preocupación, con tono solemne, el misántropo de los cafetales comenta: Yo fui a la Bella, pero no precisamente a la fiesta del santo patrono, sino a despedir a mi compa Cresencio, descanse en paz un gran amigo y un gran hombre, fui a su sepelio. La vida es de ciclos y todos se cumplen. Algunos largos y algunos cortos, pero todo tiene principio y final. Mi compadre lo cumplió bien y con creces, como debe ser”. Guardando un inusual silencio y con el rostro desencajado, tuvo que esperar a que uno de los compas le preguntara sobre tal desasosiego y congoja. A lo que el enjuto labrador erudito y culto, con voz de ‘encabronao’, suelta su enérgica disertación: “Antier en Tuzamapan, mataron a unos compas comerciantes de limón, fueron acribillados justo cuando trabajaban descargando un camión”. Los campesinos se quedaron impávidos, pues no esperaban esa arenga. El viejo circunspecto, continúa con visible coraje e impotencia: “Las cosas están de la chingada, la violencia sigue imparable y el gobierno no se ve que se aplique para darle solución y para devolver la tranquilidad. Al contrario, va acumulando fracasos. Pareciera que hay muchas cabezas y que las torpezas de unos están echando a perder el poco trabajo de otros. La gente va perdiendo la confianza. El desánimo y el desencanto van ganando terreno. A estas alturas ya no se puede invocar la novatez, para justificar los desaciertos que están a la vista de todos. Veracruz requiere dirección, un proyecto bien definido y mejores resultados ante las grandes necesidades que vive la gente. Las autoridades gubernamentales no pueden perder el tiempo en pleitos sin sentido, en caprichos infantiles que causan el enfado de la sociedad. Se necesita una verdadera transformación que traiga oportunidades de progreso a los ciudadanos. Este ambiente de violencia afecta el tejido social, lastima a las personas, las envenena con el resentimiento, el miedo, la angustia y el deseo de venganza. Todos los días hay asesinatos, secuestros y levantones; ya no es extraño escuchar balaceras, incluso en lugares concurridos. Muchas personas viven con la angustia de sentirse indefensas ante la amenaza de la violencia. En verdad ya no queremos más sangre derramada en Veracruz. Ya no más muertes y desapariciones. No más ejecuciones, ni violencia. No más dolor y miedo en la población. Queremos un Veracruz en Paz y el gobierno debe trabajar sin descanso hasta lograrlo”. Todos quedaron callados sin saber qué decir. El viejo sabio de los montes se dio la vuelta y se perdió en el surco. Todos entendieron que lo que había dicho es el sentir de todos los ciudadanos, sobre todo de aquellos que han sufrido en carne propia los estragos de la inseguridad…
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