“Si realmente quieres hacer algo, buscarás la manera de hacerlo; sino buscarás algún pretexto.
Jim Rohn, orador motivacional.
Hace algunos meses me metí a buscar información periodística de Andrés Delgado Calderón, QEPD, donde un columnista deportivo lo calificaba como “un tipo arrogante”. Definitivamente no era como la madre Teresa de Calcuta, pero quién lo es. Tenía lo suyo. En una anécdota, él mismo me lo contó que de chavito le encantaba el futbol, era portero y lo hacía con su sello personal, de forma intrépida y sin miedo. Pero al darse cuenta que el cuadro no jugaba con la misma intensidad que él lo hacía, dejó el futbol. Le dijo a su papá, que deseaba practicar la escalada.
Tenía entonces 14 años, cuando don Santiago Delgado, escalador y buzo de origen español, decidió con la familia regresar a España, donde Andrés tuvo la oportunidad de practicar la escalada en roca. Estando en lo alto de paredes graníticas, supo que este era su elemento. A los 15 años sufrió una caída, en una pared de 600 metros de altura. Uno de los aseguramientos se chispó; aunque subía sujeto a una cuerda, al desprenderse la misma, se golpeó violentamente contra la pared antes de detenerse de forma brusca.
Don Santiago me platicó de aquella etapa en España de su hijo, donde al sufrir aquella caída, Andrés decidiría abandonar la escalada en roca. El saldo fue fractura de tobillo y fuertes laceraciones en la piel, al irse tallando el cuerpo sobre la roca. Cuando se recuperaba de la operación, el proceso lo vivió de manera extraña, soportando las dolorosas terapias de manera callada. Comenzó a ver de manera frenética, películas de escaladas de alta montaña, al Everest, K2 y Kanchenjunga; su mirada después del accidente no era la misma.
Esa experiencia detonó en Andrés, la certeza y seguridad de lo que quería ser en la vida. Dos años más tarde, la familia Delgado Calderón regresó nuevamente a México, lugar donde comenzó realmente la meteórica carrera de uno de los mejores alpinistas mexicanos. Para tener una idea de quién fue Andrés Delgado, el Cerro Torre en la Patagonia, Argentina, es un pico en forma de torre, de más de tres mil metros de altura, el que pareciera una víbora de cascabel, incrustando sus colmillos en el cielo, entre nubes espesas y brutales corrientes de aire.
Estos picos se llegaron a considerar imposible de subir. Andrés Delgado, a los 27 años de edad, escaló con éxito el Cerro Torre. “Estando ahí, ya no te da miedo José Ramón, porque llegas a estar muerto, sin darte cuenta”. La escalada se convierte en una rutina, se sube como autómata, como una máquina. Expresó también en una plática, que si existía una montaña a la que le tenía mucho respeto, pero sobre todo mucho temor, era el K2, en Paquistán, la montaña asesina.
Andrés encontró la muerte, tal y como vivió, siempre al máximo, quizás ese fue su gran legado, para quienes tuvimos la oportunidad de conocerlo, y para quienes supieron de él, por sus triunfos de montaña. Vivir con alegría, haciendo lo que nos apasiona. Gracias Andrés. Otro gran legado para su familia, son sus hijos Iñaki y Amaya Delgado Castillo.
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