En esta situación de emergencia, hemos sido testigos de cómo los gobiernos han dado tumbos en el manejo de la pandemia, han confundido con contradicciones y eso, junto con la ignorancia, indiferencia y negligencia de un sector de la sociedad, han propiciado un serio avance en los contagios, ocasionando cada día más muertos por covid-19 que se pudieron evitar. Se emiten recomendaciones, se sugieren medidas, se hace lo contrario, ‘nueva normalidad’, se aplana la curva etc., no hay congruencia entre lo que se dice y lo que se hace. Error de comunicación.
La pandemia de Covid-19 que invade el planeta en 2020 es el mayor desafío que ha enfrentado la actual generación de gobernantes. Un desafío de gestión sanitaria y de gestión económica en primer lugar. Pero también un desafío de comunicación. La pandemia mata, enferma, aísla, destruye empleos, cierra empresas, infunde miedo y deteriora la calidad de vida. Y una mala comunicación entre gobiernos y sociedad agrava aún más la situación, además de poner en peligro a todos.
En este contexto es vital que la comunicación sea más efectiva. En ello le va la vida a la sociedad, a la democracia y a cada funcionario. Algunos gobernantes o funcionarios enfrentan la crisis del nuevo Coronavirus apelando a paradigmas de comunicación obsoletos. Separan dos factores que en la realidad son inseparables: la atención y la comunicación. Esto puede tener consecuencias dramáticas en la vida de todos. La atención y la comunicación están íntimamente entrelazadas en cada momento. Todo el tiempo. Siempre.
Para enfrentar una crisis se debe escuchar a los expertos, a los colaboradores, a los adversarios y escuchar a la población. Y aunque muchos no lo entiendan, escuchar es comunicar. La forma de escuchar es parte esencial de la comunicación, al mismo tiempo que es parte esencial de la atención de la crisis. Todo esto, a través de acuerdos concertados, se llega a la toma de decisiones. Las decisiones carecen de todo valor si nadie las lleva a la práctica.
Por lo tanto, una vez tomada la decisión, se lleva a la práctica. Lo primero es darla a conocer a través de un comunicado que puede ser simple o colegiado, es decir, un decreto, que debe publicarse en todos los medios disponibles con el fin de que la sociedad o a quien va dirigido, se enteres y acate. Esto conlleva, si se quiere interpretar así, a un ‘acto de autoridad’, el cual es un hecho voluntario e intencional, imputable a un órgano del Estado, consistente en una decisión o en una ejecución, o en ambas, que produzcan una afectación en situaciones jurídicas o de hecho determinadas, que se impongan imperativa, unilateral o coercitivamente, una orden.
La pandemia del nuevo Coronavirus exige una comunicación efectiva. La atención de la crisis fracasa si falla la comunicación Porque la complejidad del problema solo puede abordarse desde la inteligencia colectiva. Cualquier decisión se vuelve inútil si no es asumida en la práctica por la sociedad. Para matar al virus, entonces, se requiere que la comunicación sea parte de la solución más que parte del problema.
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