El bosque de Coatepec y Maximiliano.-
Entre abril y mayo de 1865, el emperador Maximiliano realizó una gira de estado, en las provincias de Puebla y Veracruz. El propósito era conocer a sus súbitos y que ellos a su vez lo conocieran, así como indagar sobre sus necesidades prioritarias. En realidad pretendía informarse sobre la situación de las ciudades, de los avances de tipo económico, educativo y en general de todo aquello que les compelía y que podía potencializarse.
En Veracruz estuvo en la ciudad de Orizaba, continuado por Coscomatepec, Huastusco y Jalcomulco; en su travesía hacia la ciudad de Xalapa, paso por la Villa de Coatepec.
Aunque su visita fue breve, Maximiliano conoció una población en progreso, con un fuerte potencial agrícola y comercial, aun con las problemáticas que caracterizó la primera mitad del siglo XIX.
Según lo dicho por el periódico oficial del gobierno el “Diario del imperio” publicado a principios de junio de 1865, Maximiliano salió por la bella calzada que comunica a Xalapa con Coatepec, que hoy es conocido como Briones. Durante su recorrido por el camino antiguo, jinetes lo aclamaron y acompañaron junto a su comitiva. José Luis Blasio, su secretario particular, dejan plasmado en sus memorias con detalles el paso por lo que él llama el Bosque de Coatepec:
“Fue la entrada por el bosque de Coatepec, algo como una página de las mil y una noches. Esos bosques de la tierra caliente en México, tienen no sé qué maravillosos encantos, a los que sensibles, no solo temperamentos, como el del Emperador, de artistas y de soñadores, sino hasta las personas más prosaicas y poco amantes de la contemplación de la naturaleza. Bajos arboles seculares y frondosísimos; entre verdaderas selvas de lianas gigantescas, penetrados del perfume vivísimo de liquidámbar, que exhala ese bosque casi virgen, nos encontramos con una comisión de jóvenes jalapeños que venía a dar la bienvenida a su majestad, en pleno bosque a nombre de la ciudad de Jalapa.”
Tras su entrada a Xalapa y después de instalarse, Maximiliano debió quedar tan fascinado con la naturaleza de los alrededores de Coatepec, que volvió a cabalgar junto con algunos miembros de su comitiva por el camino empedrado que llevaba al maravilloso bosque coatepecano. De acuerdo a Manuel Trens, el emperador almorzó en uno de los huertos cerca de la población.
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