lunes, 13 de noviembre de 2017

DESDE LA FINCA


El entusiasmo de los cortadores de café crece en la medida en que la cosecha se hace más abundante. El clima ha sido muy generoso y ha ofrecido días soleados que permiten alargar la jornada de corte. La finca en su máximo esplendor, llena de granos rojos, llena de gente, llena de esperanza. El movimiento se ha hecho más activo, ya que las labores inician más temprano con eso del nuevo horario; aumentó el número de cortadores que vienen de otras partes y que se quedan durante la cosecha; el pesado, el encostalado y el transporte, hacen que toda la zona se convierta en un una alegre romería.
Los camiones llegan cargados de gente y se van cargados de costales. En las breves pausas en las que se comparte el bastimento, en esos descansos en que la finca se llena de humo y de aroma a enchiladas, esas pausas cordiales donde se comparten, además del taco, las vivencias; el viejo cortador curtido por muchos soles e instruido por muchas cosechas, se le ve intranquilo, triste y hasta enojado. Una de las mujeres cortadoras que le acerca un taco calentado en las brasas, le pregunta: ¿Qué te pasa Tata? Te vez preocupao… a lo que el respetado y agudo patriarca, responde: “Claro que ando mortificao y encabronao. La inseguridad y la necesidad que se viven, están llegando al extremo de robarnos entre nosotros, de matarnos entre nosotros”. Con la cabeza baja y con un tono de aflicción que generó la atención de todos, abunda: “Lo que pasó en Tonalaco, es una grave señal del miedo y de que la gente ya está hasta la madre de robos y que ninguna autoridá los pare. Tengo unos compas de Xico que me platicaron el suceso que debe poner en alerta a todos. La gente enardecida se juntó y golpearon a unos robavacas que se metieron a sus terrenos. Pero no los detuvieron y los entregaron a la autoridá, no, ya lo han hecho antes y al rato salen libres a seguir robando. O’ra los lincharon a palos al grado que uno de ellos se murió por la madriza. Eran gente de comunidades cercanas que al no tener alternativas de chamba, se dedicaban a robar. Por su parte, los compas de Tonalaco ya estaban cansados de tanto robo que decidieron hacerse justicia por su propia mano. Las consecuencias están a la vista. Eso es muy grave porque demuestra que la gente ya no cree en las instituciones de justicia, porque pareciera que la ley favorece a los delincuentes porque salen luego luego y hasta toman represalias de quien los denunció. Nadie confía en las policías ni en las fiscalías. La gente ya se está organizando por barrios, por calles por colonias y, como vemos, por comunidades que han sufrido de la imparable inseguridad sin que el gobierno tenga la capacidad, como prometió, de poner un alto a toda esta barbarie que en muchos lados ha manchado los campos con ríos de sangre. Que ha dejado a familias sin patrimonio porque han tenido que vender lo poco que tenían para pagar un rescate o una extorsión. Esto es una señal muy peligrosa que la autoridad debe atender. De otro modo estaremos cayendo en que nos matemos entre nosotros”. Nadie dijo ni una palabra, solo volteaban a verse con preocupación. Por varios minutos se hizo un silencio sepulcral. El único ruido que se escuchaba en la finca era el que hacían, Inconscientemente, algunos campesinos que afilaban sus machetes con la lima, haciendo un chirrido sonoro…

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