domingo, 4 de febrero de 2018

DESDE LA FINCA


Por: El Cortador

Tamales, política e historia.- Con ratos de sol y luna llena, la finca luce esplendorosa. El frío que ha pegado muy duro, da a los campesinos ratos de tregua para dar paso a un quemante sol. Vuelve la algarabía en el cafetal, las cuadrillas de cortadores recorren los surcos con singular alegría; la cosecha es buena y permite a las mujeres adquirir “el mandado” más completo, pues había que cumplir con los tamales. Ayer por la tarde se reunieron varias familias, que aunque no les tocó el muñequito, los tamales no pueden faltar en la mesa del cortador. Hubo de frijol, de salsa roja y puerco, de mole y de dulce. Todos aportaron. La Candelaria lo merece y es motivo de reunión, de charla, de convivencia. En una vieja mesa, envejecida por los años, pues la humedad y el tiempo hacen que la madera se humedezca por dentro, se agriete y se combe, hace que resulte difícil apoyar la taza de café. La noche cae temprano en la finca en invierno, apenas son las siete de la tarde pero ya la oscuridad sabe a conversación, a cuentos y viejas historias. La débil luz de un foco de bajo consumo, rodeado de mosquitos, colorea apenas la escena. El viejo campesino, recio por el tiempo y por el duro trabajo, motivado por los demás, ya con un par de aguardientes entre pecho y espalda, elucubra sobre un tema que absorbe la atención de sus compañeros de mesa: la política. “Ya empezaron otra vez las campañas. Llevamos varios años en que hemos tenido elecciones: federales, de gobernador y diputados, de presidentes municipales, y ahora vamos a tener cinco el próximo mes de julio. Nos van a venir a ver muchos candidatos con promesas absurdas y discursos gastados, como lo han hecho desde siempre. Nos llaman el ‘voto verde’, el voto campesino; nos traen despensas, propuestas y mentiras. Siguen creyendo que nos agarran de pendejos. Antes, sabíamos que la política se entendía como ‘la búsqueda del bien común’, pero los políticos nos han demostrado que es la búsqueda del bien personal o de grupo. Ellos han sido los culpables de que ahora ya nadie les crea. Vean a los jóvenes, para ellos el político es sinónimo de corrupción. Por eso no hay obra pública, no hay desarrollo y el campo está abandonado. Por intereses económicos el gobierno prefiere importar productos que apoyar al campo para producirlos. Dejamos de ser el país mayor productor de maíz, nos harinizaron; la carne de res, cerdo y pollo, la importamos; en pocas palabras estos desgraciados están vendiendo al país”. El enjuto campesino hace una pausa, toma un sorbo de café y otro tamal y prosigue su historia. La audiencia se divide entre la complicidad de los que conocen y entiendan la situación, y la tensión de los que lo escuchan por primera vez. El viejo zorro de cafetal, continúa: “El lunes celebramos la Constitución, documento maravilloso creado por patriotas para dar derechos y garantías a todos los mexicanos. Si se cumpliera, fuéramos ejemplo de nación: con paz social, desarrollo, educación, trabajo, prosperidad, salud y la riqueza se quedaría para beneficio de todos. El problema es que no se cumple y si a eso agregamos que se ha modificado para beneficio de nos cuantos, poderosos o ricos o extranjeros, pus por eso estamos como estamos...”. Tuvieron que acercarle más café con piquete y más tamales para que se entretuviera y le parara a su perorata. Pues aunque es toda una enseñanza y saben que la razón le asiste, ya todos tenían sueño porque hoy madrugaron y mañana también hay que madrugar. Algunos se fueron satisfechos y otros, preocupados y confundidos…

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