lunes, 16 de abril de 2018

EDITORIAL

En este proceso electoral, calificado como histórico, por la complejidad que representa, así como por los retos que habrán de afrontar partidos políticos, candidatos, autoridades electorales y sociedad, es oportuno hacer un análisis de los actores que definirán esta contienda.

No puede pasar inadvertida la participación política de los jóvenes, toda vez que la balanza podría ser inclinada por el voto de este grupo, y, por ello, es importante analizar la participación política de los jóvenes.

Los jóvenes están liderando nuevas formas de participación y expresión ciudadana  a través de las nuevas tecnologías de la comunicación donde la información juega un papel importante. Por este motivo, a través de los medios de comunicación, debe generarse en la ciudadanía, el interés por la participación política, especialmente de la juventud; ello permitirá el incremento de la participación ciudadana en las campañas electorales y posibilitará a este sector tener una presencia decisiva. 

Sin embargo, ante lo que parece un gran incremento de la participación de los jóvenes en temas de política nacional, puede apreciarse que esa aseveración no es del todo cierta, la realidad es que predomina el abstencionismo y la poca participación de jóvenes al momento de ir a las urnas.

De acuerdo del INE, el padrón electoral consta de un 27% de jóvenes entre 18 y 29 años de edad, es decir que casi 24 millones de jóvenes tendrán la oportunidad de ejercer su derecho al voto. No obstante, de este total, a las urnas acuden en promedio sólo poco más de 8 millones, cifra que representa apenas una tercera parte. Esto aparenta una gran contradicción si lo comparamos con la impresión que nos da la participación de los jóvenes en redes sociales.

La realidad nos muestra que factores sociales como la exclusión de las minorías, la pobreza extrema, la nula distribución de la riqueza, la concentración del poder, entre otros, han mermado la confianza de nuestra sociedad, en detrimento de los procesos democráticos, como de las instituciones del estado.

Es momento de sembrar las semillas, que en un mediano plazo den los frutos que como sociedad anhelamos y que nos permitan tener una sociedad fuerte y participativa, cuyo aparato de estado esté legitimado por la confianza ciudadana a los procesos democráticos y a las instituciones.
Una democracia efectiva, se construye con una participación activa.

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